Un espacio personal de reflexión sobre la Historia y otras curiosidades.

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viernes, 14 de diciembre de 2012

El mayor imperio jamás creado.

La caballería fue la base del potencial bélico mongol.
Quizás poco conocido, fruto sin duda de nuestro pertinaz eurocentrismo, el Imperio Mongol pasa por ser el mayor imperio conocido de todos los tiempos. Ni el Imperio Romano en la Antigüedad, el español en la modernidad o el inglés más recientemente, pueden competir con el imperio creado por los Monk-wu, como así mismos se denominaban. Dos importantes cuestiones van a propiciar la creación de tan importante imperio: por un lado la fortaleza de su ejército, constituido por una hábil caballería, tendrá en su gran movilidad una de sus grandes ventajas. Además el dominio del arco acentuará esta supremacía en el campo de batalla. Y por otro lado destacar el uso de la pólvora como elemento de guerra.
Este pueblo, formado por un gran número de tribus nómadas dedicadas a la trashumancia, tenía su núcleo original en la región de la actual Mongolia, en torno al lago Baikal.

Gengis Kan (1167-1227).
Será Temudchin, en 1196, quien logre unificar una serie de tribus bajo su poder, siendo elegido Kan (Máximo Gobernante). Logra crear un poderoso ejército, lo que le permite iniciar una importante expansión y unificar a todas las tribus mongolas. En 1205 será nombrado por la Asamblea de nobles (Kuoriltai) como Gengis Kan (Supremo Governante).
Mediante la Ley Yasak logra organizar un gran ejército con el que pretende dominar el mundo bajo su autoridad. A partir de aquí la expansión mongola será espectacular.
Entre 1205 y 1209 conquista el reino de Hsi Hsia, lo que le servirá de trampolín para la ocupación de china septentrional (1211-1216) llegando a Pekín, que es arrasada.
A partir de 1218 la expansión se produce hacía el oeste, tomando con suma facilidad el turquestán, Samarcanda, llegando al río Volga. En 1222 vence a los rusos en Kalka lo que le va a permitir controlar las extensas estepas asiáticas.

Conquistas llevadas a cabo por Gengis Kan.

En 1227 muere Gengis Kan cuando intentaba sofocar una rebelión en el reino tangu de Hsi Hsia, procediéndose al reparto de su vasto imperio entre sus cuatro hijos: Dietch, Chagatai, Tului y Ogodei. Será sobre este último en quien recaiga el título de Gran Kan.
A Ogodei se debe la verdadera formación y organización del gran imperio mongol. Se establece una capital definitiva en Karakorum, que se convertirá en el centro administrativo del imperio.
Durante este periodo se somete al imperio chino y Persia. Su sobrino Batu toma Kiev (1240) y penetra en Polonia y Germania, teniendo lugar en 1241 la batalla de Liegnitz, cuya victoria les permitirá a los mongoles llegar a las mismas puertas de Viena. Poco después tiene lugar la batalla del Sajo, donde el ejército húngaro es aniquilado. La caída de la vieja Europa bajo el yugo mongol parecía cuestión de tiempo, pero la muerte de Ogodei hace que los mongoles desistan y se retiren. Los grandes generales se ven obligados a volver a su capital con motivo de elegir al nuevo Gran Kan. Europa se ha salvado por poco.
En 1251 Batu funda el Kanato de la Horda de Oro, al occidente del imperio, lo que va a permitir consolidar el control sobre el sur de Rusia. Su capital, Saray, se va a convertir en un importante centro de comercio a donde comerciantes genoveses y venecianos llegarán en busca de los preciados productos orientales.
En 1251 Mongka es elegido Gran Kan, quien organiza dos ejércitos al frente de los cuales coloca a sus dos hermanos, Kublai y Hugalu. Este es el momento en que el Imperio Mongol alcanza su máxima expansión.

El Imperio Mongol en su momento de máxima expansión.

Hugalu conquista de nuevo a la Persia sublevada y funda el kanato de Il. Destruye Bagdad en 1258 poniendo fin al califato abasida. Además llega a Alepo y Damasco, controlando de esta manera Siria. En 1260 los mongoles sufrirán unas de sus pocas derrotas en sesenta y cinco años; en Ain Yalut son derrotados por los mamelucos quienes impiden la penetración mongol en Egipto.

Kublai Kan  (1260-1294).
El sucesor de Mongka será su hermano Kublai, quien logra conquistar la China de los Sung. Se hace nombrar Emperador de los chinos, inaugurando la dinastía Yuan. Intenta por dos veces conquistar Japón, aunque en sendas ocasiones su flota es hundida.
Será éste un periodo de bonanza y prosperidad. Se reactiva el comercio y los contactos con occidente, sobre todo tras la llegada de Marco Polo, quien es acogido por el Gran Kan en su corte de Pekín, capital y centro neurálgico del imperio.
Sin embargo a estas alturas los signos de debilidad del imperio ya eran evidentes. Kublai Kan había centrado todo su esfuerzo en la zona oriental, lo que provocó una progresiva autonomía de la zona occidental. Los Kanatos mas occidentales iban ganando en independencia a la vez que las sublevaciones en el corazón del imperio se multiplicaban. A la muerte de Kublai la descomposición del gran imperio mongol se concreta.
El imperio Yuan se mantendrá hasta 1368, cuando una sublevación da el poder a la dinastía Ming. En occidente, el Kanato de Persia, muy islamizado a la altura de 1300, se mantiene hasta 1335 y la Horda de Oro se fragmentará en una serie de Kanatos, algunos de los cuales, como es el caso de Crimea, perdura hasta finales del siglo dieciocho.
Un último intento por renacer el imperio mongol lo lleva acabo Timur Lenk, conocido en Europa como Tamerlán. Se considera a él mismo descendiente del gran Gengis Kan y logra restablecer parte del prestigio mongol entre 1336 y 1405. Partiendo de Samarcanda somete Irán y los dominios de la Horda de Oro. Derrota a los árabes en la batalla de Angora en 1402, deteniendo el avance turco otomano hacia Europa. Su muerte sobreviene cuando planificaba la conquista de China, suponiendo el último gran momento de apogeo del pueblo mongol.

Imperio de Tamerlán (1336-1405).

martes, 30 de octubre de 2012

¡DIOS LO QUIERE!...

Con esta frase finalizaba su intervención en el Concilio de Clermont (1095) el Papa Urbano II, dando inicio a uno de los acontecimientos más importantes de toda la Edad Media europea, las Cruzadas.
Éstas constituyeron una serie de campañas militares, las cuales se extienden desde 1095 a 1291 y que tendrán como principal objetivo liberar los Santos Lugares, aquellos territorios que habían sido testigos de la vida y muerte de Jesucristo.

Las Cruzadas, 1095-1291.
El expansionismo de los turcos selyúcidas, acaudillados por Alp Arslan, hará que estos logren arrebatar Jerusalén, la Ciudad Santa, a los fatimíes de Egipto. La intransigencia religiosa de los selyúcidas, muy diferente a lo vivido con los fatimíes hasta ese momento, provocará la ruptura entre Occidente y Oriente. Sin embargo, esta cuestión no explica por sí sola un movimiento que se desarrolla durante dos siglos.
Los bizantinos, es decir, el Imperio Romano de Oriente, presentes en Anatolia, serán también derrotados por los turcos, o más bien, masacrados, tras la batalla de Mancizerta o Manziquerta (1071). Esta derrota hará que los bizantinos se replieguen, entregando gran parte de sus territorios asiáticos, reduciéndose estos a la zona costera de Asia Menor. La conmoción en la sociedad bizantina, con la amenaza turca muy cerca de su gran capital, así como en Occidente, fue profunda. Alejo I Comneno se verá obligado a pedir ayuda al Papado, y ello a pesar de haberse producido unas décadas antes el llamado Cisma de Occidente (1054), que significó la división de la cristiandad en dos iglesias, la católica y la ortodoxa. El Papado no iba a dejar escapar esta oportunidad, y como forma de demostrar su poder sobre la iglesia oriental, se decide por la ayuda.
A parte de estas cuestiones concretas y puntuales, hay otras causas, quizá estructurales, que sumarán al hecho de las Cruzadas. El belicismo de una sociedad feudal europea, en un momento de relativa calma, tendrá en estas campañas una válvula de escape para sus ansias guerreras y expansivas; Fue ésta además, una época de un especial fanatismo religioso, lo cual supo encauzarse para servir a este fin. Hay que tener en cuenta que el Papado decretó la indulgencia plena y el perdón a todos los pecados a aquellos que participaran en la liberación de los Santos Lugares del yugo infiel, reservándose el paraíso para los caídos en combate. Otras razones de índole económica, como la búsqueda del control de las rutas comerciales del Mediterráneo oriental, ahora en manos turcas, o de índole social, caso del espectacular crecimiento de la población europea entre los siglos X y XIV, una población que se duplicó en este periodo, explican este fenómeno.
Como ya hemos señalado la petición de ayuda realizada por el emperador bizantino Alejo I, será respondida afirmativamente por el Papa Urbano II, quien llamará a Europa a la guerra santa.
La denominada Primera Cruzada puede dividirse en dos momentos. En primer lugar, y precediendo a la cruzada nobiliaria, se organiza en Europa la llamada Expedición de los Pobres. Sin embargo, el término usado por este humilde escribiente (...se organiza...) dista mucho de la realidad a tenor de las consecuencias.

Pedro el Ermitaño con sus huestes cruzan Europa hacia Jerusalén.
Tras el llamamiento realizado por el Papa,  una gran masa de campesinos, mendigos y desheredados, se habla de unos treinta mil, movidos por un fuerte fanatismo, comenzaron a agruparse en el centro de Europa. Dirigidos por Pedro de Amiens, ermitaño y predicador, se encaminan hacia los Santos Lugares, sembrando el terror por aquellos territorios por lo que transitaban. Muchos de ellos fueron aniquilados por el camino, y los pocos que consiguieron llegar hasta Constantinopla, sembraron el desconcierto en la persona de Alejo I. El emperador bizantino había pedido ayuda a Occidente, pero no era esto lo que esperaba... una turba de desharrapados, mal armados y sin dirección, poco podrían hacer frente a los rudos ejércitos turcos. Por suerte, Alejo I, se apresuró a enviarlos a oriente, donde finalmente son masacrados por búlgaros y selyúcidas.

La Primera Cruzada.
Poco después llegarán a Constantinopla los ejércitos cruzados dirigidos por Roberto de Normandía o Godofredo de Bovillon entre otros nobles europeos. El cuantioso ejército tampoco atrae las simpatías del emperador bizantino, pues ve en ellos excesivo espíritu de lucha, lo que podría colocar a la expedición dentro de unos límites que no convenía a Bizancio. De todas formas éste no impuso inconvenientes a los cruzados quienes finalmente llegan a Asia Menor y Siria. Tras tres años de combates y gracias a los abastecimientos propiciados por las flotas de ciudades italianas, muy interesadas en la recuperación del control comercial del Mediterráneo oriental, los cruzados toman Jerusalén. Sólo fueron necesarias cinco semanas de asedio.

Disión del territorio tomado por los cruzados.
La ciudad Santa y los territorios adyacentes constituirán el reino de Jerusalén, al frente del cual quedará Godofredo de Bouillon. El resto de nobles participantes en la expedición de dividirán el resto del territorio conquistado en una serie de principados y condados dependientes del reino de Jerusalén mediante lazos vasalláticos; de este modo el régimen político, social y económico de la Europa del momento se traslada a Oriente.
Pero pocas décadas después la situación del reino de Jerusalén se irá agravando debido a conflictos internos surgidos entre los propios cruzados y al empuje turco, quienes se resistían a dar por perdidos estos territorios. De esta forma se produce la reconquista por parte del islam de Edesa (1144).


Tras las incesantes peticiones de Bernardo de Claraval, se va a organizar una expedición de socorro, será la Segunda Cruzada (1147-1149). En ella participarán dos reyes, Luis VII de Francia y Conrado III de Germania. Las disputas internas van a propiciar el fracaso de esta Segunda Cruzada que tendrá su colofón con la toma de Jerusalén por el sultán Saladino en 1187, tras derrotar a los cruzados en la batalla de Hattin. Más allá del fracaso de esta expedición cabe señalar la participación de dos reyes en ella. Ya no eran fuerzas feudales autónomas, sino monarquías, señal inequívoca de los progresos de unificación que estaban consiguiendo los distintos estados europeos.

Ricardo "Corazón de León".
Este nuevo estado de cosas va a propiciar la organización de la Tercera Cruzada (1189-1192). Caída Jerusalén, los principales monarcas europeos unificarán fuerzas para su recuperación. Felipe II Augusto de Francia, Ricardo Corazón de León de Inglaterra y el Emperador Federico I Barbarroja se lanzan a la aventura. Federico I morirá en 1190 al intentar cruzar a nado el río Salef. Ricardo y Felipe lograrán tomar San Juan de Acre, aunque Jerusalén continuará en manos de Saladino. Felipe y Ricardo deciden regresar a Europa, no antes sin pactar con Saladino el permiso de entrada para peregrinos cristianos a la ciudad. Durante su regreso, Ricardo de Inglaterra cae prisionero de Enrique VI de Suabia en la isla de Sicilia.
En 1202 el Papa Inocencio III animará a los reyes europeos a una nueva cruzada, la Cuarta (1202-1204), esta vez dirigida hacia Egipto. Con el fin de obtener el apoyo de Venecia y su flota, los cruzados comenzarán por tomar Zara y Dalmacia. A continuación, los cruzados, encabezados por el dux Enrico Dandolo, deciden apoyar al príncipe bizantino Alejo, quien consiguió escapar de Bizancio tras el golpe de estado perpetrado por su tío Alejo III. En 1203 tiene lugar la conquista de Constantinopla por parte de los cruzados, y ante la huida de Alejo con el tesoro imperial, estos proceden al saqueo y toma de la ciudad (1204). Se funda de esta manera el Imperio Latino de Oriente, al frente del cual quedará Balduino de Flandes.
En 1212 tiene lugar uno de los acontecimientos más tristes de todo este periodo. Una gran cantidad de jóvenes, movidos por el fanatismo religioso, son embarcados en Marsella en la llamada Cruzada de los Niños. Los armadores, lejos de enviarlos a los Santos Lugares, los trasladan a Alejandría donde serán vendidos como esclavos.
Las consecuencias de la Cuarta Cruzada provocaron las protestas del Papa Inocencio III, pues el resultado de la misma se había alejado de su verdadero objetivo, librar Jerusalén del poder mahometano.
Tras ello el propio Papa impondrá a Federico II la organización de una nueva expedición, es la Quinta Cruzada (1228-1229). El emperador se dirige a San Juan de Acre, y tras llegar a un acuerdo con el sultán de Egipto El Kamil, recupera Jerusalén, Belén y Nazareth. En este caso, los acuerdos diplomáticos sustituyeron a las armas. Pero la alegría durará poco, en 1244 los musulmanes recuperan la Ciudad Santa, que ya no volverá más a manos cristianas.
Entre 1248 y 1254 tiene lugar la Sexta Cruzada. Encabezada por Luis IX de Francia tiene como objetivo Egipto. Será derrotado en Mansura y hecho prisionero. Nuevo fracaso cristiano.
Durante 1270 se desarrolla la Séptima Cruzada. En ésta, San Luis se dirige  a Túnez, pero una epidemia de peste merma a la tropa cruzada e incluso acaba con la vida del rey santo.
En 1291 los mamelucos van a tomar San Juan de Acre, el último bastión cristiano en oriente, acontecimiento que marcará el fin de las Cruzadas.
Por último habría que hacer referencia a las consecuencias que de este proceso se derivaron. En el plano territorial poco significaron, pues los Santos Lugares quedarán en manos de los musulmanes.
Desde el punto de vista económico hay que resaltar la expansión que experimentaron las ciudades italianas gracias al control de las rutas comerciales del Mediterráneo oriental y  la reactivación del comercio con Oriente. Esto conllevó un fuerte crecimiento económico y el aumento del nivel de vida, lo que propició a su vez, un incremento de la demanda de productos de Oriente.
Desde el punto de vista cultural las Cruzadas permitirán el contacto entre Occidente y Oriente. Gracias a ello el Derecho Romano, olvidado en Europa y sustituido por un derecho consuetudinario de origen bárbaro, es retomado. Bolonia se convertirá en el centro del saber europeo.
Es en este momento cuando nacen una serie de órdenes de caballería que unirán el ideal religioso con el caballeresco y que tendrán como principales objetivos la defensa de la Fe, la Ciudad Santa y de los peregrinos que acuden a ella. Es el caso de los Caballeros de San Juan, la Orden Teutónica o los más conocidos, los Caballeros del Temple, los Templarios, fundados en 1120 por Hugo de Paganis y disueltos por el Papa Clemente V en 1312, motivo de una abundante bibliografía.

Mapa de las Cruzadas, en la parte inferior izquierda los escudos de las tres órdenes de caballería.

viernes, 8 de junio de 2012

                  ¡ V I V A   L A   P E P A !.

En un año como éste, 2012, en el que los españoles celebramos el doscientos aniversario de la publicación de nuestra primera Constitución, me es tremendamente difícil no realizar una pequeña reseña sobre la "Pepa", nombre popular con el que se conoce a la citada magna ley, por ser publicada ésta el 19 de marzo del citado año, día de San José.

Portada de la Constitución de Cádiz de 1812.
El contexto en el que nos movemos es el de la Guerra de Independencia contra los franceses (1808-1814), aunque para tener una visión más amplia de cómo se gestó esta constitución, debemos remontarnos unos años antes.
 La guerra que Carlos IV inició contra la Convención Republicana (1793-1794), y que finalizó con la derrota española, tuvo una doble consecuencia: por un lado, España se vio obligada a reconocer a la República Francesa, una nación que enarboló la bandera de la Libertad, Igualdad y Fraternidad tras la exitosa revolución de 1789, y por otro, una inversión en el sistema de alianzas, y es que España, abandonó a su aliada Inglaterra en favor de la Francia revolucionaria, hecho que toma carta de naturaleza tras la Paz de Basilea (1795) y el Tratado de San Ildefonso (1796).
La proclamación del Imperio Napoleónico en 1804, que arrastró a España a una nueva guerra contra Inglaterra, y sobre todo, el bloqueo continental decretado por Napoleón contra los británicos en 1807, van a suponer el inicio de la invasión napoleónica. Portugal, que se había negado a llevar a cabo el bloqueo contra la isla, hizo que España y Francia firmaran el Tratado de Fontainebleau (1807), mediante el cual España permitiría el paso de las tropas galas en su camino hacia el país luso. Napoleón aprovechará este hecho para apoderarse de España, comienza de esta forma la ocupación francesa.
La primera reacción popular tiene lugar con el Motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808) que tendrá como consecuencia la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV, abdicación que se convierte en definitiva, junto a la de su hijo y heredero, Fernando VII, tras las abdicaciones de Bayona. Éste es el momento en el que el hermano del Emperador, José Bonaparte, apodado Pepe "Botella", se convierte en el rey de los españoles.

Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya.
 Este hecho va a marcar el levantamiento popular contra la invasión napoleónica, que se inicia en Madrid el dos de mayo de 1808, y que supone el comienzo de la Guerra de Independencia.
De esta forma, guerra y revolución liberal, estarán íntimamente relacionadas, hasta el punto de poder afirmar que sin la guerra el movimiento liberal hubiera tomado unos derroteros muy diferentes.
El vacío de poder generado por la marcha del rey legítimo hacia Bayona, desencadenó un proceso mediante el cual van a surgir unas serie de instituciones que asumirán el poder.
La primera de ellas fue el nombramiento por parte de Fernando VII de una junta de gobierno formada por cinco miembros, donde se depositaba la soberanía en ausencia del rey.
El Consejo de Castilla, verdadero centro de poder de la monarquía hispánica durante la Edad Moderna, era a estas alturas una institución desfasada y carente de prestigio, incapaz de enarbolar ninguna bandera de liberación. Tampoco las autoridades provinciales asumieron el encabezamiento contra la ocupación, lo que provocó el deslizamiento de la soberanía desde las instancias superiores al pueblo mismo, que asumirá tal responsabilidad con la creación de una serie de juntas. Éstas se generalizan por todo el territorio nacional y su legitimidad se asentará sobre la voluntad del pueblo mismo.
Este panorama, que en un principio fue bastante amplio y heterogéneo, se mostró incapaz contra el invasor, lo que hizo necesario aunar y armonizar esfuerzos. Nace de esta forma la Junta Suprema Gubernativa de España e Indias, que mantendrá viva la conciencia de unidad nacional a la vez que aglutina los esfuerzos por acabar con el yugo francés.
La primera idea de la Junta Suprema fue la de reunir las Cortes con un doble objetivo: coordinar la acción con los franceses e iniciar la reforma política del país. La opinión generalizada, y este es un aspecto bien estudiado por el historiador Miguel Artola, fue que la convocatoria de esas cortes deberían marcar el inicio de la ruptura con el Antiguo Régimen y el fin de los privilegios de la Sociedad Estamental.
Tras la derrota nacional en la batalla de Ocaña, la Junta Suprema de refugia en Sevilla (diciembre de 1809) y en enero de 1810, en Cádiz.
Ésta ciudad fue lugar idóneo para la celebración de las Cortes, y ello por varios motivos:
Desde el punto de vista geográfico la configuración de Cádiz la hacía casi inexpugnable, sobre todo para un ejército que no contara con una buena armada que completara el asedio por mar. Sus espléndidas murallas, construidas curiosamente un siglo antes por un ingeniero francés, fueron una línea imposible de traspasar por las tropas de Napoleón, que se limitaron a bombardear la ciudad.

Monumento a la Constitución, Cádiz.
Pero había otra circunstancia que demuestra la idoneidad de Cádiz para la celebración de las Cortes. El puerto de Cádiz había mantenido durante el siglo XVIII el monopolio del comercio con las colonias americanas, beneficiado además, por el Decreto de Libre Comercio promulgado por Carlos III en 1778. Cádiz se había convertido en una ciudad cosmopolita, acostumbrada a tratar con gentes de distintas nacionalidades y abierta a nuevas ideas y mentalidades, unas ideas y mentalidades ampliamente difundidas por Europa en estos momentos y que están en la base de nuestros ideales democráticos.
De esta manera, una vez reunidas las Cortes en Cádiz, podemos decir que comienza la revolución liberal en España. En ella, los liberales van a lograr imponerse a los absolutistas dentro del complejo panorama político que era la España del momento.

La Junta Suprema, viendo su incapacidad para dirigir la guerra contra el invasor, decidió disolverse, no sin antes, iniciar la convocatoria de las tan ansiadas cortes que vendrían a cambiar el rumbo de la nación española.
El proceso de elección de diputados fue muy complicada, debido al estado de guerra, y en muchos casos se decidió elegir sustitutos presentes en Cádiz.
La Cortes se abrieron en septiembre de 1810, y el primer triunfo liberal se plasmó en la creación de una única cámara, frente a la tradicional representación estamental. Además, en la primera sesión, se aprobó el principio de soberanía nacional, reconociéndose que el poder reside en el pueblo y es representado por las Cortes.

Promulgación de la Costitución de 1812, de Salvador  Viniegra, pintado en 1912.

Una comisión se encargó de la redacción del proyecto de constitución en marzo de 1811, y culminó con su promulgación, el 19 de marzo de 1812.
El programa defendido en la Constitución fue muy revolucionario para su época, y es necesario concederle una alta importancia por la influencia que tendrá en la evolución política decimonónica. Destacarán en su elaboración diputados liberales como Agustín Argüelles, abogado y político asturiano, Diego Muñoz, sacerdote y político, firme defensor de la abolición de la Inquisición, o Evaristo Pérez de Castro.
El texto, que consta de 384 artículos, estará marcado por el desarrollo bélico y por la lucha entre absolutistas y liberales.
En la Constitución se recoge una declaración de los derechos del ciudadano, donde destaca la igualdad de todos los españoles ante la ley, lo que suponía la abolición de los antiguos privilegios estamentales. Además se recoge la libertad de pensamiento, opinión e imprenta o el derecho de propiedad.
En cuanto al modelo de Estado, se reconoce a España como una monarquía hereditaria, aunque limitada, pues se asentará sobre la división de poderes y no en el derecho divino.
El poder legislativo recaía en las cortes unicamerales, unas cortes que representaban la voluntad nacional y que poseían amplios poderes. Entre ellos estaban la elaboración de leyes, de presupuestos o mando sobre el ejército. El sufragio era universal masculino e indirecto, y los diputados eran elegidos por un periodo de dos años.
El monarca era la cabeza del poder ejecutivo, dirigía el gobierno, aunque su poder era limitado, pues entre otros aspectos no podía disolver las Cortes y la elección de los ministros debía ser refrendada por las Cortes (lo que se denomina doble confianza).
La administración de justicia era competencia exclusiva de los tribunales, recogiéndose la abolición de la Inquisición, el tormento y se establece el procedimiento del "habeas corpus".
En otros artículos se recogía la implantación de una enseñanza pública y obligatoria o el servicio militar obligatorio.
Por último cabe destacar la confesionalidad católica del estado, lo que choca con el carácter progresista de la Constitución, aunque esto debe entenderse dentro del contexto bélico contra la invasión francesa y la necesidad de tener a la Iglesia como aliada.

"La Pepa", expuesta en Cádiz con motivo de su segundo centenario.


domingo, 27 de mayo de 2012

La Semana Trágica de Barcelona.

A la altura de 1909 el régimen de la Restauración vivía sus últimos momentos, en menos de tres lustros, el régimen del binomio Liberales-Conservadores, tocará su fin. La tensión social acumulada en el país a principios de siglo se verá agrabada con la guerra de Marruecos, una tensión que estallará en la llamada Semana Trágica de Barcelona.
A partir de 1900, España consolidó su posición colonial en el norte de Marruecos. En virtud de la Conferencia de Algeciras (1906), donde se intenta poner solución al enfrentamiento franco-alemán en el norte de África, y el posterior Tratado hispanofrancés (1912), España y Francia se dividen el reino alauita en forma de protectorado.

España pasa a controlar la zona del Rif, un espacio montañoso, cuyo interés económico se centraba en la explotación del subsuelo o la inversión en ferrocarriles. Pero más allá de estas pretenciones, sobresalía el deseo patrio de restaurar el prestigio y el honor de un ejército hundido tras el desastre de Cuba.
La presencia española en la región estuvo marcada por los continuos ataques de los nativos, organizados en cabilas. En 1909, los rifeños inflingen una dura derrota a las tropas españolas en el Barranco del Lobo, por lo que el gobierno de Maura decidió aumentar la presencia militar en la zona con el llamamiento de reservistas, muchos de ellos casados y con hijos, lo que provocó un movimiento de protesta popular.

Barricadas levantadas para evitar la entrada del ejército.
La movilización contra la guerra comenzó el 18 de Julio en el puerto de Barcelona, durante el embarque de los reservistas. El congreso de Solidaridad Obrera, organización sindical obrera de Cataluña, celebrado en Tarrasa y en el que participaron socialistas, anarquistas y republicanos lerouxistas, se opuso a ello, decretando la huelga general para el día 26, lo que derivará, tras la intervención del ejército, en una verdadera insurección.


Expolio de iglesias durante la Semana Trágica (1909).
Los incidentes en las calles se multiplicaron, desembocando incluso, en un fuerte sentimiento anticlerical que tuvo como consecuencia el ataque e incendio de más de ochenta edificios religiosos. La respuesta del gobierno fue la declaración del Estado de guerra, enviando refuerzos militares a la Capital Condal.
El resultado fue un elevado número de muertos y heridos, lo que provocó la radicalización del movimiento. A pesar de ello, el dos de agosto, el gobierno logró controlar la situación, y es que  la falta de dirección y la descoordinación de los insurrectos ahogó el movimiento.
La represión posterior llevada a cabo por el gobierno de Maura fue brutal. Los procesos penales fueron encomendados a tribunales militares que dictaron diecisiete condenas capitales, de las que se ejecutaron cinco.

Manifestación convocada en Bruselas contra la ejecución de Ferrer.
Entre los condenados a la pena máxima se encontraba Francisco Ferrer Guardia, pedagogo anarquista, fundador de la Escuela Moderna, una institución laica de enseñanza creada en 1901 y que tenía como principal objetivo «educar a la clase trabajadora de una manera racionalista, secular y no coercitiva». Ferrer no intervino en este movimiento, pero el tinte fuertemente anticlerical que habían tomado los acontecimientos hizo que la Iglesia presionara en busca de castigos ejemplares. En este contexto se encuadra el fusilamiento en el castillo de Montjuic del profesor catalán.
Esta dura represión fue motivo de una oleada de protestas, tanto a nivel nacional como internacional, sucediéndose una serie de manifestaciones encontra del gobierno conservador de Maura. Liberales y republicanos se unieron bajo el lema "¡Maura no¡", lo que provocó que el rey Alfonso XIII disolviera las Cortes y entregara el gobierno a los liberales de Segismundo Moret.

jueves, 10 de mayo de 2012

La Historia también sonRoja.

Si de un acontecimiento reciente debemos avergonzarnos los españoles, éste fue sin duda, el conflicto armado que nos enfrentó entre 1936 y 1939, la Guerra Civil Española.

Portada del diario ABC días después del levantamiento.




 Fruto de tensiones acumuladas desde los primeros momentos de la proclamación de la Segunda República (14 de abril de 1931), fueron, sin embargo, una serie de acontecimientos puntuales los que hicieron desencadenar el conflicto. La victoria del Frente Popular, una coalición de izquierdas, en las elecciones de febrero de 1936, provocó la reacción de la derecha más radical, que entendió este hecho como el preludio de una revolución comunista al estilo de la que había acaecido años antes en la Unión Soviética, o al menos esa era una de sus justificaciones.
Tras la victoria electoral de la izquierda se sucedieron en las calles actos de desórdenes públicos, lo que para la derecha representaba la incompetencia de una República que ya no era garante del orden ni la justicia.Sólo un golpe de estado haría posible un cambio de rumbo de la nación española, sólo un arrebatamiento por la fuerza del legítimo poder pondría freno al desorden, la anarquía y alejaría los fantasmas de la revolución roja.
Un primer intento había tenido lugar el 20 de abril, pero la descoordinación interna entre los diferentes militares no tuvo concreción.
Portada del diario Ahora del 14 julio de 1936.
El asesinato el 12 de Julio del teniente Castillo, de públicas simpatías izquierdistas, fue respondida al día siguiente con el asesinato del lider del Bloque Nacional, José Calvo Sotelo. Ambos hechos van a precipitar los acontecimientos.
A partir de este momento los rumores de golpe de estado fueron incesantes. El gobierno de Casares Quiroga estaba informado; era una realidad el que una serie de militares ( Varela, Mola, Sanjurjo, Franco, Fanjul...), apoyados por importantes representantes de la derecha española y de la oligarquía económica, preparaban un golpe que vendría a salvar a la patria del peligro comunista. La República se mantuvo inactiva, la atención prestada no fue la requerida y esto le proporcionó a los rebeldes una oportunidad de oro que no pensaban desaprovechar.
Finalmente, el 17 de julio,el coronel Yagüe, jefe militar de la Legión en Melilla, inicia el alzamiento contra la República, un alzamiento que pronto de extiende por todo el protectorado marroquí. Es en ese momento cuando, Francisco Franco, el general más joven del ejército, desde su "destierro" de Canarias, se hace cargo de la sublevación. El 19 de julio de 1936 la Guerra Civil era un hecho; el enfrentamiento encarnizado entre las "dos Españas", ese término tan de moda, era una realidad. Comienza la lucha fraticida entre hermanos, vecinos, padres e hijos. Si penoso es cualquier enfrentamiento armado, ¿qué opinan de esto?.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La Primera Guerra Carlista.

Durante los últimos años de la vida de Fernando VII, nace su única hija, Isabel de Borbón, fruto de la relación de éste con María Cristina de Borbón, su cuarta esposa.

Fernando VII.
Antes del nacimiento, y en previsión de que el recién nacido no fuera varón, el rey aprueba la llamada Pragmática Sanción (1830) en virtud de la cual se derrogaba la ley Sálica en el reino, vigente desde 1713.
Carlos María Isidro, hermano del rey, y hasta ese momento heredero al trono, se opone a ello, planteándose de este modo un problema sucesorio.
El conflicto no se hará esperar. Tras la muerte de Fernando VII y el  nombramiento de la Princesa de Asturias como sucesora, estalla el conflicto. El punto de inicio es el levantamiento de Talavera (2 de octubre de 1832), dando comienzo a una guerra civil que se prolongará durante siete años (1832-1839).

 Los bandos en litigio quedarán perfectamente definidos; Por un lado los Carlistas, defensores de los derechos al trono de Carlos María Isidro. Representaban el bando conservador y antiliberal, y abogaban por el Absolutismo.
Carlos María Isidro.
Aglutinan a los pequeños nobles rurales, el bajo clero y la mayor parte del campesinado del norte, que identificaba el Liberalismo con un aumento de los impuestos. Internacionalmente reciben el apoyo de Austria, Prusia, Rusia, Nápoles y los Estados Pontificios. Se hacen fuertes en el País Vasco, Galicia, Navarra, Aragón, Cataluña y determinadas regiones de Castilla-León, aunque no controlarán las grandes ciudades.
Su programa ideológico podía resumirse en la frase "Dios, Patria, Fueros, Rey", defendiendo unos ideales basados en la oposición a las reformas liberales, la defensa de la Monarquía Absoluta y del tradicionalismo católico así como de los fueros vascos y navarros, amenazados por las reformas de los liberales.
Por otro lado el bando isabelino o  también denominado cristino, pues ante la minoría de edad de la nueva monarca, su madre, asume la regencia.
Aquí encontramos a la alta jerarquía del ejército y de la Iglesia, además de la burguesía y trabajadores urbanos. Los liberales aqui adscritos, verán en la figura de Isabel II la oportunidad de triunfo de sus ideales.
Internacionalmente, y como no podía ser de otra manera, serán apoyados por Francia, Inglaterra y Portugal.
Controlan la mayor parte del país; el centro-sur y las grandes capitales del norte de España. Bilbao, Barcelona o Pamplona se mantendrán fieles a los cristinos.

Desde el punto de vista bélico, la guerra se va a desarrollar en tres fases:
- 1832-1835. Los carlistas, dirigidos por Zumalacárregui, logran imponerse en el mundo rural del norte, aunque sin apoderarse de ninguna ciudad importante. Conscientes de su inferioridad, se deciden por una guerra de guerrillas, lo que les permite tomar la iniciativa frente al desorganizado ejército cristino.
Zumalacárregui logra conformar un ejército, siendo obligado a asediar Bilbao, donde morirá tras ser herido mortalmente.
- 1835-1837. El general Espartero asume el mando del ejército cristino, logrando levantar el segundo asedio de Bilbao (1836). Los carlistas intentan atacar a los liberales por varios frentes. En este sentido tiene lugar la Expedición Real. Al mando de su ejército estuvo el mismo Carlos María Isidro. Partiendo de Estella se dirige a Cataluña sumando una serie de victorias. De ahí se encamina a Madrid, siendo derrotado en Aranzueque.
A partir de este momento, y frustado un intento de acuerdo con Maria Cristina, la Expedición Real comienza el repliegue.
- 1837-1839. Los carlistas se escinden entre moderados y apostólicos (extremistas). El Pretendiente entrega la dirección al moderado Maroto, sufriendo una serie de derrotas consecutivas (Ramales, Villarreal y Arlabán) que supondrán el principio del fin de la guerra.


El conflicto tendrá su epílogo en el llamado "abrazo de Vergara", donde los generales Espartero y Maroto sellaron la paz. En Cataluña y Aragón la guerra seguirá latente hasta 1840.
En el convenio, liberales y absolutistas, acordaron mantener los fueros vascos-navarros e integrar a la oficialidad carlista en el ejército liberal. Carlos María Isidro se exiliará en Francia.
La primera Guerra Carlista tuvo como consecuencia la consolidación del liberalismo en España, aunque con el pago de un enorme tributo, la muerte de más de 300.000 personas.



domingo, 16 de octubre de 2011

La Unificación Alemana.

Desde un punto de vista político varios fueron los intentos por crear una Nación alemana, aunque no será hasta finales del siglo XIX, cuando ésta se consiga.

Sacro Imperio Romano Germánico bajo Otón I (962).
El primer atisbo de unidad lo constituyó el Sacro Imperio Romano Germánico, fundado por Otón I en el año 962, entidad política que se mantedrá viva hasta su disolución en 1806. Fue en este momento, y bajo el auspicio y control de la Francia napoleónica, cuando se crea La Confederación del Rhin. Esta nueva entidad política queda disuelta tras la derrota de Napoleón en 1815. El Congreso de Viena volverá a los alemanes a la realidad anterior a Napoleón, creándose la que se llamó Confederación Germánica, asociación conformada por 39 estados, de los cuales Austria y Prusia eran los más poderosos. A esta nueva realidad política sólo les une una institución, la Dieta Federal, presidida por el emperador austriaco.

Pero ya a estas alturas, y tras la experiencia del periodo napoleónico, comienzan a surgir entre los pensadores y filósofos germanos fuertes sentimientos nacionalistas, cuyo principal objetivo es la creación de una gran nación alemana. En este contexto surge la figura de Fichte ("Discursos de la Nación Alemana",1807), Ranke o Draysen. También en las Universidades se habla de Alemania.

Unión Aduanera  (Zollverein).
Desde un punto de vista económico un nuevo hecho va a suponer un  paso más para la unidad alemana. Se trata de la fundación del Zollverein en 1834, una unión aduanera de los estados alemanes del norte que en poco tiempo demostrará su conveniencia, pues el desarrollo comercial e industrial fue importante.Por otro lado, en 1835, se inagura la línea férrea Nürnberg-Fürth, que enlazará los estados del norte, convirtiéndose en un elemento vertebrador más.

Guerra de los Ducados.
Los ducados del sur de Dinamarca, Schleswig y Holstein, fueron confiados en 1815 al rey danés para su administración. En Dinamarca, con Federico VII, se plantea un problema sucesorio, pues morirá en 1863 sin descendencia. Los daneses plantean como sucesor a Cristian de Gluksburgo, primo por línea femenina del rey. Pero los ducados del sur no lo van a aceptar, y es que ellos se rigen por Ley Sálica, pretexto que usarán para proponer al trono a un príncipe alemán.

Otto von Bismarck.
Aquí es donde entra en juego la enorme habilidad del nuevo canciller prusiano, figura innegable de la unidad alemana, Otto V. Bismarck. El Canciller, conocedor de lo peligroso de la estrategia, pues su movimiento suponía la alteración del estatuto territorial del Congreso de Viena, y contando con el apoyo austriaco, invade los ducados, los cuales serán repartidos; Schleswig queda bajo control prusiano y Holstein bajo administración austriaca.
Sin embargo, y a pesar de la alianza momentánea, la rivalidad austro-prusiana no tardará en relucir. El conflicto bélico se atisba en el horizonte.



Guerra Austro-prusiana (1866).
Prusia deseaba la unificación de los estados alemanes bajo un sistema parlamentario, algo que  el régimen aristocrático austriaco no podía permitir. Bismarck supo moverse de nuevo con precisión, provocando el conflicto.
Las grandes potencias europeas apoyarán la causa prusiana; Rusia, enfrentada con Austria en los Balcanes, prefiere el triunfo prusiano; la Francia de Napoleón III es de la misma opinión, pues se podría poner fin a la presencia austriaca en el norte de Italia y acelerar su unificación; Italia también se levanta contra Austria.
La guerra será muy corta. La desarrollada red de comunicaciones prusiana concede al ejército una gran movilidad, lo que resultará decisivo. En la batalla de Sadowa, y ante la sorpresa de las potencias europeas, el ejército austriaco es derrotado.

Guerra Franco-Prusiana de 1870.
Una nueva guerra, esta vez contra Francia, va a permitir la unificación definitiva. La Alsacia y la Lorena, territorios de mayoría poblacional alemana, van a ser el objetivo prusiano. Además su enorme potencial económico, facilitaría el desarrollo industrial alemán.
El pretexto para el conflicto armado va a estar esta vez en España. La reina Isabel II es derrocada mediante una revolución, y se le busca sustituto. Los alemanes van a proponer al príncipe Leopoldo de Hohenzollern, lo que provoca la inmediata protesta francesa. Los prusianos retiran la candidatura, pero el ministro de Asuntos Exteriores francés, el Duque de Gramont, insiste en presionar a los alemanes para que en lo sucesivo se abstengan de cualquier otro movimiento en este sentido.
Se produjeron dos entrevistas entre el embajador francés y el rey prusiano, Guillermo I, pero éste último se niega a una tercera entrevista por no entender las exigencias francesas. Así se lo comunica mediante telegrama a su canciller Bismarck, quien verá en este hecho el pretexto perfecto para provocar el conflicto bélico.
Tras una hábil manipulación, Bismarck, envió el telegrama a la prensa, donde sólo se aludía al rechazo final del rey a recibir al embajador francés. La nota tuvo el efecto deseado. Francia, herida en su honor por el desplante prusiano, declara la guerra.
La superioridad prusiana era manifiesta: más soldados y mejor formados y pertrechados, mejores comunicaciones, más artillería...; Por otro lado, Francia, se lanza a la lucha sin los oportunos apoyos diplomáticos. La derrota francesa estaba servida.
En Sedan y Metz los ejércitos franceses son arrollados, provocando el fin del conflicto y el hundimiento del Segundo Imperio Francés. La Tercera República nace en Francia, aprovechando la derrota y apresamiento del monarca francés.
Este conflicto facilitó a Bismarck el último empujón necesario para la unificación, y es que se creó el clima emocional preciso para completar el proceso. Los recelosos estados alemanes del sur aceptarán la unión. El rey Guillermo I de Prusia será nombrado Kaiser, proclamándose el Nuevo Imperio Alemán el 18 de enero de 1871 en la Galería de los Espejos del palacio de Versalles.

El segundo imperio alemán en 1871. (2º Reich).







domingo, 17 de julio de 2011

Vikingos, Normandos y Varegos.

Son denominaciones genéricas para designar a los pueblos germánicos asentados en la península escandinava y que durante los siglos IX y X inician un proceso de expansión que les lleva a asaltar y saquear las costas de las islas británicas, Irlanda y Europa.

Han pasado a la historia por la violencia de estos actos, aunque también hay que reconocerles la labor de exploración y colonización pacífica que llevaron a cabo y que supuso la ampliación del mundo conocido. En este aspecto cabe destacar las navegaciones realizadas por el Atlántico norte que llevará a estos grupos humanos hasta el continente americano, mucho antes incluso, de que Colón trajera noticias del Nuevo Mundo.
Constituyen un momento importante de la historia de Europa, ejerciendo una notable influencia sobre ésta.
Los historiadores han querido ver diferentes causas explicativas de este proceso expansivo. Se habla de superpoblación, lo que obligó a estos pueblos a llevar a cabo movimientos migratorios en busca de tierras y recursos; también se alude a un creciente descontento  entre la población producido por la creación de grandes señoríos juridiscionales, lo que provocó la acumulación del poder y los recursos en manos de una minoría. Esto incitó a muchos reyezuelos y a sus guerreros a emigrar.

Nave vikinga.
 Sin embargo hay dos motivos que considero de mayor peso; por un lado la debilidad de francos y británicos, que sin duda, favoreció estas incursiones, y por otro, los importantes avances técnicos que se produjeron en la navegación, construyéndose nuevas naves con quillas reforzadas  y dotadas de mástiles y velas que venían a sustituir a las viejas embarcaciones de remos.




Hacia el año 500 de nuestra era los daneses se extienden por el área formada por las islas danesas, Jutlandia y Ascania.
A partir del año 600 se produce una primera expansión de estos pueblos. De la mano de la dinastía de los Inglings, y partiendo de la región de Uppsala, se extienden por la práctica totalidad del territorio sueco. A la altura del año 650 el Mar Báltico está completamente bajo poder normando; el  control de las costas ha permitido convertir el Báltico en un "lago sueco".

La expansión normanda por Europa.

Entre los años 790 y 840 comienzan los primeros saqueos e invasiones normandas, sobre todo dirigidas a las islas británicas. En este sentido, el asalto al monasterio de Lindisfarne (situado al norte de Gran Bretaña) en el 793 se toma como punto de inicio de estas invasiones.

Ruinas del monasterio de Lindisfarne, Gran Bretaña.

A finales del siglo VIII se constatan las primeras incursiones en las costas galas, lo que obligará a Carlomagno a establecer una vigilancia costera permanente. En principio se trata de acciones de pillaje consistentes en ataques rápidos, centrados sobre todo en primavera, regresando a sus bases en invierno.
Pero a partir del año 840 este "modus operandi" cambia, convirtiéndose en grandes expediciones con ejércitos potentes que establecían sus bases en la desembocadura de los ríos, donde invernaban.

Según el área de procedencia de estos grupos humanos se habla de:

- Vikingos daneses.
Comienzan sus andanzas con el saqueo de Durstel (Francia) en el 834. Supieron aprovecharse de la debilidad de los francos, sobre todo a raíz de la muerte de Carlomagno, atacando sus costas y remontando sus ríos. 

Los ataques vikingos en la Península Ibérica.
Iniciaron acciones de pillaje en las costas del norte de la Península Ibérica (Asturias, Galicia, Portugal). Atacan Lisboa y remontando el Guadalquivir, Sevilla, donde durante siete dias devastan la ciudad (844). Además se "pasean" por las Baleares, la Provenza (costa mediterránea francesa)  y la Toscana, en Italia (859-862).
Sólo Alfredo el Grande, rey de Wessex (sur de Gran Bretaña), logra hacerles frente y derrotarlos, asegurando la independencia de sus tierras. El centro de la isla quedará bajo dominio danés, controlando una amplia región conocida como Danelaw.

En el 896 grupos de vikingos daneses se asientan en la desembocadura del Sena. Acaudillados por Rollón, en el 911, establecen un pacto con el rey franco Carlos el Simple, quien les respeta sus conquistas en la región de la Normandía a cambio de vasallaje. Rollón se convierte al cristianismo y recibe el título de duque; nace de este modo el Ducado de Normandía.

 - Vikingos noruegos.
Las rutas vikingas hasta llegar a norteamérica.
En el siglo VIII ocupan las islas Shetland y las Orcadas. Hacia el 800 llegan a las Islas Feroes y en el 809 a Irlanda, dominando la isla. A raíz de la unificación de Noruega por parte de Haroldo el de la Cabellera Hermosa (872) muchos de sus súbditos abandonan el reino, estableciéndose en Islandia, descubierta en el 860. 
En el 982, Erik el Rojo, descubre Groenlandia, donde funda una serie de colonias. Su hijo, Leif Erikson, llega a las costas del norte de América (Vinland), suponiendo el primer contacto  conocido de los europeos con el continente americano. Sin embargo este hecho careció de trascendencia, primero porque no se establecieron colonias permanentes y segundo porque a partir del siglo XIV el contacto con estas tierras se pierde.

  - Vikingos suecos (varegos).
Realizan incursiones por Europa oriental. Entre el 800 y el 850 se asientan en la zona del Lago Ladoga, formando pequeños reinos. Llamados por tribus eslavas y finesas que luchaban entre si, acaban por adueñarse de la región.
Bajo Rurik unifican el área septentrional, constituyendo el reino de Novgorod. En el 852, aprovechando los cursos fluviales, llegan a Kiev y en el 860 alcanzan Constantinopla, lanzando un ataque sobre la ciudad que fracasa. En el 882, Oleg el Sabio unifica el norte (Novgorod) con el sur (Kiev) dando lugar al germen de la posterior Rusia.

sábado, 9 de julio de 2011

Roma versus Cartago.

Con Guerras Púnicas nos referimos a la serie de tres guerras que libraron Roma y Cartago entre el 264 y el 146 a.c.
Se enfrentaron las dos grandes potencias del momento en el Mediterráneo; por un lado Cartago, ciudad-estado de fundación fenicia (814 a.c.) que pasaba por ser la primera potencia marítima y comercial del momento, un imperio marítimo que abarcaba el norte de África, el sur de la Península Ibérica y gran parte de las islas mediterráneas occidentales (Baleares, Córcega, Sicilia, Cerdena); y por otro Roma, potencia en expansión, que ya a estas alturas había consolidado su dominio sobre la Península Itálica y proyectaba su expansión sobre la Magna Grecia. Precisamente será esta región el objeto de disputa y donde se genere el estallido de la Primera Guerra Púnica (264-241 a.c.).

En la Primera Guerra púnica, Roma se hará con el control del Mar Tirreno.

Los mamertinos, antiguos mercenarios itálicos, se habían hecho con el control de la antigua colonia griega de Messana, dedicándose a la piratería. Esto llevó a Hierón de Siracusa a hacerles frente, llegando a sitiar la ciudad. Los mamertinos solicitan el auxilio de Roma y de Cartago y ante el desembarco en Sicilia de las fuerzas romanas los cartagineses se alían con Siracusa. La alianza Cartago-Siracusa fracasa, pues son derrotados cerca de Messana. Tras esto, Siracusa decide aliarse a Roma, lo que les permite conquistar la parte occidental de la isla, poniendo en peligro a las colonias cartaginesas. Cartago se verá obligado al enfrentamiento. En el 260 a.c. tiene lugar la batalla naval de Mila que se saldará con la derrota cartaginesa, poniendo en bandeja la isla a la emergente Roma.
Una nueva victoria romana en Ecnomo (256 a.c.) les va  permitir desembarcar en  el norte de África con el único objetivo de acabar con Cartago; la jugada les sale mal, pues los púnicos, dirigidos por el mercenario espartano Jantipo, les infringen una dura derrota en la batalla de Túnez (255 a.c.). A partir de aquí Roma va a centrar sus esfuerzos en Sicilia, la cual acaba conquistando tras la batalla de las islas Egatas (241 a.c.). La posterior conquista de Cerdeña (238 a.c.) dará el control del Mar Tirreno a los romanos.
Estas pérdidas territoriales harán que los cartagineses decidan un expansión en Hispania, fundando Cartago-Nova (227 a.c.). Pero también aquí van a confluir los intereses de las dos potencias, lo que les lleva a firmar el llamado tratado del Ebro (226 a.c.) mediante el cual se establecía el citado río como demarcación de las áreas de influencia. Los bárcidas, con Asdrúbal al frente, se comprometían a no cruzar el Ebro en su expansión.
Pero los romanos, lejos de ser sinceros, solo tenían en mente el control de Hispania y por ello forzaron el enfrentamiento. Los romanos renovarán, a pesar de encontrarse en el área cartaginesa, su alianza con Sagunto, ciudad que es sitiada y tomada por Aníbal en el 219 a.c. La respuesta de Roma no se hizo esperar. Estalla la Segunda Guerra Púnica (218-201a.c.).

La Segunda Guerra Púnica se extendió practicamente por todo el Mediterráneo Occidental

La ofensiva romana se fundamentó en la idea del doble ataque sobre Cartago e Hispania, aunque todo queda trastocado con la sorprendente ofensiva de Aníbal, quien al frente de 50000 mil hombres, atraviesa los Pirineos y los Alpes. Las victorias púnicas en Trebia y Tesino (218a.c.), junto con la del lago Trasimeno (217 a.c.) abren las puertas de Roma al cartaginés. En el 216 a.c. tiene lugar la batalla de Cannas, batalla que va a suponer  la mayor derrota sufrida por Roma en su historia; tras esta victoria, Aníbal, a las puertas de la ciudad Eterna, se ve obligado a frenar su campaña debido a la llegada del invierno y la falta de refuerzos. Roma se había salvado.
En Hispania la guerra transcurre de forma muy diferente y es que la ofensiva romana dirigida por Publio Cornelio Escipión les ha permitido recuperar Sagunto (218 a.c.), tomar Cartago-Nova (209 a.c.), vencer en la importante batalla de Ilipa (206 a.c.) y controlar Gades, lo que a la postre significará el fin de la presencia cartaginesa en Iberia.

Batalla de Zama (202 a.c.).
Escipión se dirige entonces hacia Cartago; a Aníbal se le ordena su vuelta para la defensa de la ciudad. El enfrentamiento entre dos de los mejores generales de la Historia estaba servido. En el 202 a.c. tiene lugar la batalla de Zama donde el ejército cartaginés es aniquilado, poniéndose fin, de esta forma, a la Segunda Guerra Púnica. Aníbal huye a Asia donde se refugia y Escipión, rebosante de gloria, pasa a la Historia como el "africano".
El posterior tratado de paz será muy duro para Cartago. Entre otras exigencias, los cartagineses se ven obligados a abandonar la Península Ibérica, entregar su flota, renunciar a cualquier acción bélica sin el permiso de Roma o al pago de un tributo anual.
Pero el enfrentamiento púnico-romano no quedará ahí, y es que todavía quedaba un último capítulo por escribirse.
La continua hostigación, alimentada por Roma por cierto, que sufría Cartago por parte de Masinia, obliga a los púnicos a una acción defensiva no autorizada por Roma. La consecuencia inmediata será la intervención romana. La exigencia de Roma fue el abandono de la ciudad y su refundación en el interior del continente, a lo que los cartagineses se niegan provocando el ataque itálico. Era algo inconcebible a lo que los púnicos no podían acceder. Estalla  la Tercera Guerra Púnica (149-146 a.c. ). Tras un largo asedio, Cartago es tomada, destruida y los supervivientes vendidos como esclavos. Esto supone el fin de las Guerra Púnicas, más de un siglo de enfrentamientos que dejará importantes consecuencias.

El fin de la Tercera Guerra Púnica supondrá el fin de Cartago.

Como balance final podemos decir que este enfrentamiento supuso la desaparición de una civilización como la púnica y la consolidación de Roma como máxima potencia de la región, una Roma que inicia una nueva etapa en su historia que le llevará, poco después, a controlar todo el Mediterráneo y convertirlo en el "Mare Nostrum".

jueves, 30 de junio de 2011

El Mundo Clásico en conflicto, la Guerra del Peloponeso.

Aliados en la Guerra del Peloponeso.
La Guerra del Peloponeso fue un conflicto militar que, entre los años 431 y 404 a.c., enfrentó  a las dos grandes potencias de la Grecia Clásica y sus aliados. Se trató de un conflicto entre dos potencias antagónicas, de un lado la Atenas democrática (entiéndase en su contexto histórico) que basaba su poderío en su fuerza naval, y Esparta, dominada por una aristocracia tirana y que tenía su bastión en su ejército de tierra. Tras las Guerras Médicas estas dos ciudades-estado consiguieron destacarse y como táctica defensiva ante el Imperio Persa crearon sus propias ligas, por un lado la Liga de Delos, comandada por Atenas, y por otro la Liga del Peloponeso, encabezada por Esparta.

El origen de la guerra va a estar en el conflicto económico-político entre Atenas y Corinto, aliada de Esparta. Atenas ataca Potidea e impone un bloqueo comercial a Megara, ambas poleis aliadas de Esparta. Este será el "casus belli" que lanzará a Esparta a la guerra.

Guerra del Peloponeso; Alianzas y principales batallas.

En una primera fase el ejército espartano comandado por Arquímado, va a lanzar diversas ofensivas terrestres sobre el Ática, mientras que los atenienses, seguros de su superioridad naval, atacan por mar las costas del Peloponeso. En esta etapa cabe destacar la derrota espartana en Esfacteria (425 a.c.) y la debacle ateniense en Anfípolis (422 a.c.) que llevará a ambos contendientes a declarar un cese de las hostilidades durante 50 años con la Paz de Nicias (421 a.c.).
Pero este periodo de paz durará poco, apenas seis años, y es que la agresiva política ateniense reaviva el conflicto. Argos y otras ciudades-estado se alían con Atenas atraídas por sus valores democráticos, abandonando la Liga del Peloponeso, algo que Esparta no podía pasar por alto. La coalición ateniense lanza una ofensiva contra Tegea, ciudad cercana a Esparta y de gran valor estratégico, lo que provoca la respuesta de ésta. Tras la batalla de Mantinea (418 a.c.), la victoria se decanta finalmente del lado espartano.

La guerra se traslada a la Magna Grecia.
A partir del año 415 a.c., con el enfrentamiento de nuevo activo, la guerra se va a trasladar a la Magna Grecia.
Segesta, aliada de Atenas, es atacada por Siracusa, lo que provoca el ataque de la flota ateniense. El contraataque espartano en defensa de su aliada no se hizo esperar. El enfrentamiento se traslada de este modo al sur de la península itálica. Tras diversas batallas, la victoria se cae del lado espartano que consigue aniquilar a la flota ateniense dirigida por Alcibíades. La derrota de Atenas supuso un duro golpe, colocándola al borde del abismo.

Esta situación se agravará en 415 a.c.,  ya que Esparta recibe ayuda persa en forma de naves y dinero a cambio de su renuncia a las ciudades jonias; el fin de Atenas estaba servido; aún así Atenas tenía todavía algo que decir.
En 410 a.c. la flota ateniense derrota a la espartana en Cizico, sucediéndose una serie de victorias atenienses que le darán un respiro.
Sin embargo a partir de 407 a.c. la guerra dará un giro radical, tornándose del lado espartano. En 407 a.c. los atenienses son derrotados en Nocio, aunque estos devuelven el golpe en la batalla de Argimusas (406 a.c.), aunque esto no fue más que un espejismo.
 En 405 a.c. va a tener lugar la batalla definitiva. En Egospotamos el ejército ateniense es destrozado, a lo que sigue el asedio de Atenas que capitula en 404 a.c., poniéndose fin de esta forma a la Guerra del Peloponeso.

La "Muralla Larga", unía Atenas a su puerto del Pireo.
Las  condiciones de paz fueron muy duras para Atenas, pues a parte del reconocimiento de la hegemonía espartana, se le obliga a la disolución de la liga Délica, la entrega de su escuadra o el desmantelamiento de la "muralla larga".
Pero en realidad lo que este conflicto supuso fue el principio del fin del mundo griego, un mundo que fue incapaz de entenderse. La debilidad griega facilitará, tras una breve hegemonia tebana, la conquista de Grecia por un macedonio, Filipo II.