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sábado, 9 de julio de 2011

Roma versus Cartago.

Con Guerras Púnicas nos referimos a la serie de tres guerras que libraron Roma y Cartago entre el 264 y el 146 a.c.
Se enfrentaron las dos grandes potencias del momento en el Mediterráneo; por un lado Cartago, ciudad-estado de fundación fenicia (814 a.c.) que pasaba por ser la primera potencia marítima y comercial del momento, un imperio marítimo que abarcaba el norte de África, el sur de la Península Ibérica y gran parte de las islas mediterráneas occidentales (Baleares, Córcega, Sicilia, Cerdena); y por otro Roma, potencia en expansión, que ya a estas alturas había consolidado su dominio sobre la Península Itálica y proyectaba su expansión sobre la Magna Grecia. Precisamente será esta región el objeto de disputa y donde se genere el estallido de la Primera Guerra Púnica (264-241 a.c.).

En la Primera Guerra púnica, Roma se hará con el control del Mar Tirreno.

Los mamertinos, antiguos mercenarios itálicos, se habían hecho con el control de la antigua colonia griega de Messana, dedicándose a la piratería. Esto llevó a Hierón de Siracusa a hacerles frente, llegando a sitiar la ciudad. Los mamertinos solicitan el auxilio de Roma y de Cartago y ante el desembarco en Sicilia de las fuerzas romanas los cartagineses se alían con Siracusa. La alianza Cartago-Siracusa fracasa, pues son derrotados cerca de Messana. Tras esto, Siracusa decide aliarse a Roma, lo que les permite conquistar la parte occidental de la isla, poniendo en peligro a las colonias cartaginesas. Cartago se verá obligado al enfrentamiento. En el 260 a.c. tiene lugar la batalla naval de Mila que se saldará con la derrota cartaginesa, poniendo en bandeja la isla a la emergente Roma.
Una nueva victoria romana en Ecnomo (256 a.c.) les va  permitir desembarcar en  el norte de África con el único objetivo de acabar con Cartago; la jugada les sale mal, pues los púnicos, dirigidos por el mercenario espartano Jantipo, les infringen una dura derrota en la batalla de Túnez (255 a.c.). A partir de aquí Roma va a centrar sus esfuerzos en Sicilia, la cual acaba conquistando tras la batalla de las islas Egatas (241 a.c.). La posterior conquista de Cerdeña (238 a.c.) dará el control del Mar Tirreno a los romanos.
Estas pérdidas territoriales harán que los cartagineses decidan un expansión en Hispania, fundando Cartago-Nova (227 a.c.). Pero también aquí van a confluir los intereses de las dos potencias, lo que les lleva a firmar el llamado tratado del Ebro (226 a.c.) mediante el cual se establecía el citado río como demarcación de las áreas de influencia. Los bárcidas, con Asdrúbal al frente, se comprometían a no cruzar el Ebro en su expansión.
Pero los romanos, lejos de ser sinceros, solo tenían en mente el control de Hispania y por ello forzaron el enfrentamiento. Los romanos renovarán, a pesar de encontrarse en el área cartaginesa, su alianza con Sagunto, ciudad que es sitiada y tomada por Aníbal en el 219 a.c. La respuesta de Roma no se hizo esperar. Estalla la Segunda Guerra Púnica (218-201a.c.).

La Segunda Guerra Púnica se extendió practicamente por todo el Mediterráneo Occidental

La ofensiva romana se fundamentó en la idea del doble ataque sobre Cartago e Hispania, aunque todo queda trastocado con la sorprendente ofensiva de Aníbal, quien al frente de 50000 mil hombres, atraviesa los Pirineos y los Alpes. Las victorias púnicas en Trebia y Tesino (218a.c.), junto con la del lago Trasimeno (217 a.c.) abren las puertas de Roma al cartaginés. En el 216 a.c. tiene lugar la batalla de Cannas, batalla que va a suponer  la mayor derrota sufrida por Roma en su historia; tras esta victoria, Aníbal, a las puertas de la ciudad Eterna, se ve obligado a frenar su campaña debido a la llegada del invierno y la falta de refuerzos. Roma se había salvado.
En Hispania la guerra transcurre de forma muy diferente y es que la ofensiva romana dirigida por Publio Cornelio Escipión les ha permitido recuperar Sagunto (218 a.c.), tomar Cartago-Nova (209 a.c.), vencer en la importante batalla de Ilipa (206 a.c.) y controlar Gades, lo que a la postre significará el fin de la presencia cartaginesa en Iberia.

Batalla de Zama (202 a.c.).
Escipión se dirige entonces hacia Cartago; a Aníbal se le ordena su vuelta para la defensa de la ciudad. El enfrentamiento entre dos de los mejores generales de la Historia estaba servido. En el 202 a.c. tiene lugar la batalla de Zama donde el ejército cartaginés es aniquilado, poniéndose fin, de esta forma, a la Segunda Guerra Púnica. Aníbal huye a Asia donde se refugia y Escipión, rebosante de gloria, pasa a la Historia como el "africano".
El posterior tratado de paz será muy duro para Cartago. Entre otras exigencias, los cartagineses se ven obligados a abandonar la Península Ibérica, entregar su flota, renunciar a cualquier acción bélica sin el permiso de Roma o al pago de un tributo anual.
Pero el enfrentamiento púnico-romano no quedará ahí, y es que todavía quedaba un último capítulo por escribirse.
La continua hostigación, alimentada por Roma por cierto, que sufría Cartago por parte de Masinia, obliga a los púnicos a una acción defensiva no autorizada por Roma. La consecuencia inmediata será la intervención romana. La exigencia de Roma fue el abandono de la ciudad y su refundación en el interior del continente, a lo que los cartagineses se niegan provocando el ataque itálico. Era algo inconcebible a lo que los púnicos no podían acceder. Estalla  la Tercera Guerra Púnica (149-146 a.c. ). Tras un largo asedio, Cartago es tomada, destruida y los supervivientes vendidos como esclavos. Esto supone el fin de las Guerra Púnicas, más de un siglo de enfrentamientos que dejará importantes consecuencias.

El fin de la Tercera Guerra Púnica supondrá el fin de Cartago.

Como balance final podemos decir que este enfrentamiento supuso la desaparición de una civilización como la púnica y la consolidación de Roma como máxima potencia de la región, una Roma que inicia una nueva etapa en su historia que le llevará, poco después, a controlar todo el Mediterráneo y convertirlo en el "Mare Nostrum".

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