Un espacio personal de reflexión sobre la Historia y otras curiosidades.

domingo, 19 de mayo de 2013

La Guerra Fría.

La alianza que durante algún tiempo mantuvo unidos a Estados Unidos y la URSS contra el nazismo tuvo fecha de caducidad con la muerte de Hitler.
Una constante repetida a lo largo de la Historia es que a un periodo de conflictos le sigue un periodo de paz. Pero esto no se cumplió tras la Segunda Guerra Mundial. El fin de la segunda conflagración mundial del siglo veinte supuso la apertura de un nuevo periodo de enfrentamientos que ha venido a denominarse "Guerra Fría".

Caricatura que muestra la división del mundo entre ambos bloques.
El concepto, atribuido al periodista americano W. Lippann (aunque esto se discute, pues parece que el término es usado por otros autores con anterioridad) define al periodo que transcurre entre 1945 y 1989, caracterizado por la tensión constante entre las dos grandes potencias del momento, EEUU y la URSS; dos naciones antagónicas, la primera capitalista, la segunda comunista, paises que manifestarán sus enormes diferencias no sólo en el plano económico, sino además en el político, ideológico y social.
El enfrentamiento entre estos dos bloques bien definidos tendrá un límite: el  miedo al choque directo, pues en ese caso, las nuevas perspectivas, a tenor de los últimos avances tecnológicos, serían extraordinariamente destructivas. La guerra total que comprendería el uso del nuevo armamento atómico supondría la sentencia de muerte de la Humanidad. Esto es algo que tienen claro ambas partes.
Se define, pues, como un enfrentamiento no bélico e indirecto en un mundo bipolar donde cada potencia va a ir configurando su área de influencia. En estas diferentes áreas van a intentar mantener un orden militar e ideológico en el que no permiten el más mínimo desvío. Valgan los ejemplos de las insurrecciones húngara (1956) o checa (1968) que la URSS, a golpe de carro blindado, se apresuró a derrocar. EEUU no se quedará atrás y no dudará en apoyar regímenes con tintes fascistas como el franquista como medida de contención del comunismo.

División del mundo en dos bloques durante la Guerra Fría.
Otras dos características se suman a la hora de definir este periodo: el sistema de bloques exigirá al resto de la comunidad internacional su alineación en un bando u otro. Por otro lado, la situación de enfrentamiento no bélico exigirá el desarrollo y potenciación de nuevas estrategias políticas como son la presión diplomática o el espionaje.

Churchill, Roosevelt y Stalin en la conferencia de Yalta.
Todavía en Yalta (febrero 1945) se aspiraba, impulsado sobre todo por el presidente norteamericano Roosevelt, a un mundo donde las dos grandes superpotencias colaboraran, a pesar de sus diferencias, a construir un mundo mejor regido por un orden mundial. Pero esto sólo serán intenciones porque pronto, ya en Postdam (verano de ese mismo año) la situación se irá complicando poniéndose de manifiesto las diferencias entre ambas naciones.
Existe consenso entre los diferentes investigadores a la hora de establecer el inicio de la Guerra Fría. Tendría lugar con ocasión de la guerra civil griega (1941-1950). En 1947, Gran Bretaña, que se mantenía apoyando al gobierno griego contra la insurrección comunista, manifiesta su imposibilidad de resolver el conflicto. Es en ese momento cuando EEUU se decide por la intervención para con ello evitar que un nuevo país cayera bajo la órbita soviética. Será su presidente Truman quien en marzo de 1947 manifieste ante el Senado su apoyo al gobierno griego contra el levantamiento comunista. Esto dio lugar al nacimiento de la llamada "Doctrina Truman", doctrina mediante la cual EEUU afirmaba su apoyo  a cualquier régimen que combatiera al comunismo. Pero ahí no quedará la acción americana. En junio de 1947, el Secretario de Estado G. Marshall, anuncia en Harvard la puesta en marcha de un plan de ayuda económica a Europa para su reconstrucción, es el Plan Marshall.

El miedo a la guerra atómica caracterizó este periodo.
La URSS, como no podía ser de otra forma, lo rechaza y contraataca con la creación del Kominform, organismo que pretendía coordinar la política de todos los paises bajo su influencia. Además, bajo la denominación de Plan Jnanov, la URSS se autoproclamará garante mundial contra el fascismo y la desigualdad. Los dos bloques, pocos meses después del fin de la II Guerra Mundial, quedaban sobradamente definidos.
A partir de aquí el periodo estará jalonado por una serie de enfrentamientos indirectos en diferentes partes del globo, acontecimientos que abordaremos en futuros encuentros.

domingo, 5 de mayo de 2013

La Segunda República Española.

Alegoría sobre la II República.
La Segunda República representa uno de los momentos más importantes de la Historia de España, pues supuso un intento por democratizar y modernizar un país que se había quedado muy atrás respecto a otros países de su entorno. Pero este hecho adquiere una mayor importancia, ya que esto sucede en un periodo general de crisis económica (recuerden el Crack del 29 y sus efectos en Europa) e ideológica, donde afloran los regímenes totalitarios que se presentan como alternativa a las democracias. En un momento poco propicio, España apostará por una profundización en las libertades, aunque esto no será nada fácil.
Pero primero tendríamos que comenzar hablando de la monarquía española, una monarquía representada por la figura de Alfonso XIII y que atravesaba momentos de cierto desprestigio, algo que se venía fraguando desde hacía tiempo, y es que el apoyo decidido del soberano al golpe de estado de Primo de Rivera en 1923 hizo que determinados sectores sociales y políticos retiraran su apoyo a la institución.
La dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930, al que el rey le retira su apoyo, le siguió el desafortunado gobierno de Berenguer (periodo conocido como la dictablanda) y posteriormente del Almirante Aznar (febrero de 1931), gobiernos que no hicieron sino empeorar las cosas.
Este contexto político se complicó aún más en agosto de 1930 con el llamado Pacto de San Sebastián, cuando los principales partidos antimonárquicos (republicanos y socialistas) se reunen en la citada ciudad y acuerdan llevar a cabo determinadas acciones que tendrán como objetivo acabar con la monarquía. Este acuerdo tendrá una concreción violenta en la sublevación militar de Jaca, levantamiento en nombre de la República que fracasa y los militares implicados fusilados.
El gobierno del Almirante Aznar, en un intento por volver a la normalidad constitucional, plantea tanto elecciones municipales como generales. El 12 de abril de 1931 tuvieron lugar las municipales, donde la participación fue bastante elevada. El triunfo de las candidaturas republicano-socialistas en las grandes capitales y en los centros industriales fue rotundo. Dos claros ejemplos los tenemos en las dos principales capitales del país; en Madrid, la coalición republicana obtuvo el triple de votos que en las últimas elecciones; en Barcelona, los votos se multiplicaron por cuatro.

Celebración en Valencia de la II República.
El 14 de abril los concejales del ayuntamiento de Eibar (Guipúzcoa) proclaman la República, ejemplo que seguirán otras ciudades como Valencia, Barcelona o Sevilla. Paralelamente, y de forma pacífica, una gran cantidad de ciudadanos inundarán las calles de las grandes ciudades para celebrarlo.
Esta compleja situación fue definitiva para que el monarca decidiera abandonar el país, sin renunciar a sus derechos dinásticos, y marchar a su exilio.

 
Alcalá Zamora (187-1948).
Mientras, en Madrid, los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián constituirán un gobierno provisional y proclaman la Segunda República en España. Al frente se coloca como presidente el cordobés Niceto Alcalá Zamora. En este primer gobierno estarán representado tanto republicanos como socialistas, además de nacionalistas gallegos y catalanes, quedando fuera del mismo los monárquicos (lógicamente), comunistas, anarquistas y nacionalistas vascos.
Entre las primeras decisiones que toma este primer gobierno estuvo la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes, las cuales tendrán previsto celebrarse el 28 de junio.
Entre tanto llevará a cabo las primeras medidas de urgencias entre la que se encontró una amnistía general para los presos políticos, la proclamación de libertades políticas y sindicales o el nombramiento de altos cargos en la administración.
Todas estas primeras medidas, junto con las promesas de cambio del nuevo sistema, le otorgaron un importante respaldo social al régimen, aunque no faltaron los sectores críticos. Entre estos últimos se encontraban los grandes propietarios agrícolas, parte del ejército o la Iglesia, encabezada por el cardenal Segura, muy crítico con la República y más tras los movimientos anticlericales que se sucedieron en las calles españolas.
Así llegamos al 28 de junio. Tienen lugar las elecciones generales donde se alcanza una alta participación que supera el 70% y donde la victoria recayó sobre la coalición republicano-socialista, quienes obtuvieron 250 diputados sobre los 464 que formaban las Cortes.
La mayor labor legislativa de este periodo fue, sin duda, la elaboración y promulgación de una nueva Constitución, poniendo punto y final a la que ha sido la más longeva de nuestras cartas magnas, la Constitución de 1876.

 La Constitución republicana de 1931 fue muy avanzada para su época con un marcado carácter progresista y democrático. En ella se define a España como una república y se establece al pueblo como soberano, emanando todos los poderes de él mismo.
Se asegura la división de poderes, con un legislativo representado por unas cortes unicamerales. El poder ejecutivo recae en el gobierno y el judicial en jueces independientes.
Se establece la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, además del derecho a la educación y al trabajo, lo que deja patente su marcado carácter social.
El voto se establece para todos aquellos ciudadanos mayores de 23 años y se concede por primera vez en España el voto a las mujeres. Además se afirma a España como un país laico, sin ninguna religión oficial.
La Constitución fue aprobada por una amplia mayoría, aunque tras importantes debates, lo que dejó en evidencia las profundas diferencias entre la izquierda y la derecha, sobre todo, en cuestiones religiosas.

Extracto de la Constitución republicana de 1931.

viernes, 3 de mayo de 2013

El turismo en España.

La importancia del sector turístico en España es más que patente con sólo echar un vistazo a las estadísticas: representa el 10,2 del PIB del país y emplea al 11,5 de la población activa. En el año 2010 España fue el país de la Unión Europea con más pernoctaciones y el cuarto país del mundo en número total de turistas, superando los 52 millones de visitantes. Estos datos proporcionan al país un  enorme superávit que permite equilibrar la balanza de pagos del Estado, convirtiendo a este sector en el verdadero dinamizador de la economía española en este momento.

Para conocer el despegue del sector turístico en España hay que retrotraerse a los años sesenta del siglo pasado. El Franquismo apostó decididamente por el turismo (a todos nos vendrá a la mente aquel famoso eslogan: "Spain is different"), convirtiéndose en uno de los puntales del gran desarrollismo español, lo que permitió niveles de crecimiento económico nunca conocidos. Hoy en día es considerado como un sector estratégico, sometido a continuas acciones de estimulación por parte de los diferentes gobiernos de España, conscientes del enorme peso económico de esta actividad.
El desarrollo del turismo en España se ha visto favorecido por una serie de factores; unos climáticos, derivado de su diversidad climática, lo que permite ofrecer tanto turismo de sol y playa como nieve; otros geoestratégicos, pues se encuentra muy próximo a los centros demandantes de servicios turísticos, o socioculturales, donde destaca el enorme patrimonio cultural del que dispone.
Como ya hemos comentado, el despegue del turismo en España tiene lugar en la década de los años sesenta del siglo veinte. En 1960 llegaron a España unos 6 millones de turistas, iniciando un crecimiento que será constante hasta los años setenta, década en la que la crisis del petróleo provocó un descenso en el número de visitantes. No será hasta mediados de los años ochenta cuando se recuperen cifras anteriores, continuando un ascenso que llega hasta nuestros días.
Consciente de su valor en el conjunto de la economía, España ha sabido adaptarse a la demanda turística invirtiendo tanto en infraestructuras (autopistas, aeropuertos etc.) como en instalaciones hoteleras, pasando de las quinientas mil plazas en 1970 a más de un millón a finales de los años 90.
El turismo que llega a España es de tipo medio, aunque también recibe un turismo de alto nivel localizado en la Costa del Sol (Marbella, Torremolinos) o Baleares (Palma, Ibiza). Es además un turismo de estacionalidad centrado sobre todo en verano y primavera, un periodo bastante amplio si lo comparamos con otros países del entorno.

Países de origen del turismo en España.
En cuanto a los lugares de origen de este turismo destaca Europa occidental, de donde proceden casi el 95% del total, sobre todo de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Estos turistas suelen contratar los viajes en sus países natales a través de turoperadores, compañías que monopolizan la oferta turística española. La forma más habitual es mediante la contratación de paquetes turísticos, mucho más económicos, y que ha redundado en cierta forma en un descenso de la calidad de nuestra oferta frente a otros países que venden un turismo de mayor calidad (Francia, Italia, Turquía). De todos modos, los últimos acontecimientos derivados del terrorismo islámico ha favorecido al caso español, pues ha derivado el turismo desde los países árabes vecinos a nuestro país.

La Alhambra y las cumbres de Sierra Nevada al fondo.
 El turismo nacional también ha experimentado un enorme crecimiento, algo que ha sucedido paralelamente al crecimiento del nivel de vida de los españoles, centrado sobre todo en el turismo de sol y playa.
El turismo interior es por lo general cultural (exceptuando los deportes de invierno), con una oferta cultural y monumental muy variada, destacando ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o Granada, donde la Alhambra es el monumento más visitado del país.
Destacar el crecimiento que ha experimentado en los últimos años el turismo rural, opción por la que se decide sobre todo el turista nacional.
El turismo de nieve se centra en los Pirineos y Sierra Nevada, la estación de esquí más al sur de Europa.
Las grandes zonas turísticas son sin duda la costa, sobre todo la mediterránea y la sur-atlántica (Costa de la Luz, costa del Sol, el Levante o la Costa Brava). Estas regiones cuentan con un clima mediterráneo que asegura muchas horas de sol anuales además de temperaturas óptimas para el turismo de playa.
Es de destacar el caso balear, pues supone una cuarta parte de la oferta hotelera nacional y recibe un tercio del turismo. Las playas gaditanas y onubenses también son muy visitadas, generalmente por turistas nacionales. Las Islas Canarias, gracias a su localización tropical, disfrutan de un clima excelente durante todo el año, lo que las ha convertido en un destino turístico preferente.

Principales áreas turísticas en España.

Pero este proceso también ha generado aspectos negativos, sobre todo en lo referente al medio ambiente. La especulación del suelo o la excesiva urbanización, la cual ha sido en muchos casos espontánea y no planificada, han provocado consecuencias a nivel medioambiental.

miércoles, 1 de mayo de 2013

El Tratado de Verdún.


Ya analizamos en una ocasión anterior el Imperio de Carlomagno, el cual supuso un intento por renacer el esplendor del antiguo Imperio Romano.
Pero su muerte en el año 814 va a truncar este deseo. Le va a suceder su único hijo superviviente, Luis, apodado el Piadoso (814-840), un monarca con poco carácter y débil que provocó el desvanecimiento de la gran obra de su progenitor.

Carlomagno y su hijo Ludovico Pío.
El tratado de Verdún fue firmado en el año 843 por los tres nietos de Carlomagno, Lotario, Carlos el Calvo y Luis el Germánico, suponiendo la división de un imperio que ya nunca volverá a unirse. Cerró un periodo de continuas luchas por el poder, además de suponer el nacimiento de dos nuevos estados que llegarán hasta nuestros días, Francia y Alemania.
Contraviniendo los consejos de su padre, Ludovico Pio (también llamado así) dejó que el Papa,  en este caso Esteban IV, le coronase emperador en Reims, lo que le arrogaba a éste la capacidad de nombrar emperadores, poniendo de manifiesto la superioridad del poder espiritual sobre el terrenal, del Papa sobre el emperador. Fue un acto de sumisión que su padre no hubiera permitido.
Desde un principio la intención de Ludovico Pio siempre fue la de mantener la unidad del imperio, a pesar de que con ello rompía con la tradición franca del reparto equitativo de la herencia entre los sucesores.

Lotario, primogénito de Luis el Piadoso.
De esta forma en el año 817 publica la “Ordinatio Imperii”, una disposición según la cual el imperio y la mayor parte de sus territorios pasarían a su primogénito Lotario, mientras que al resto de sus hijos les otorgaba una serie de territorios periféricos y siempre subordinados a Lotario. Pero la muerte de sus principales colaboradores, quienes apoyaban esta idea, y la guerra intestina entre sus vástagos, truncó esta nueva concepción del estado franco.
La situación se complicará aún más tras el nacimiento de un nuevo hijo de Ludovico, Carlos el Calvo, resultado de la relación del monarca con su segunda mujer, Judith. La intención de Ludovico fue la de otorgar a su nuevo vástago una dote territorial, a lo que sus hermanastros, Lotario, Luis y Pipino, se opusieron; estos van a revelarse contra su padre, derrotándolo de forma humillante en la batalla de Lügenfeld (833), pues el ejército de Ludovico se pasó al bando de sus hijos. Los hijos llegan incluso a destronar a su padre, pero ante el temor por parte de Pipino y Luis de que Lotario acrecentara su poder y prestigio, deciden devolvérselo.
En el año 839 muere Pipino. La intención del monarca fue la de otorgar sus territorios a Carlos, pero en este caso la nobleza aquitana se niega, mostrándose partidarios de que esos derechos pasaran al hijo de Pipino, Pipino II, abriéndose un nuevo conflicto en la ya difícil situación.
En el 840 muere Ludovico Pio, y Lotario, en virtud de lo dispuesto por su padre en la “ordinatio imperii”, intenta imponer sus derechos. Estalla de esta forma el conflicto entre éste y sus dos hermanos que logran derrotar al primero en la batalla de Fontenay (841).
Carlos y Luis van a reforzar su unión en los llamados “Juramentos de Estraburgo” (842) donde se consolida la división del imperio y ambos hermanos, junto a sus generales, se juran fidelidad y no realizar trato alguno con Lotario sin el acuerdo mutuo. La importancia de ese documento trasciende lo político, pues supone el más antiguo documento que se conserva en francés y alemán primitivo.
En este clima de inestabilidad se hace necesario un acuerdo entre los tres hermanos. Tras largos meses de negociación se llegará a un acuerdo, el Tratado de Verdún (843) donde se reafirma la división irrevocable del imperio.

División del Imperio Carolingio tras el Tratado de Verdún (843).

Carlos el Calvo recibe la parte occidental, origen de la actual Francia, Luis el Germánico la oriental (origen de Alemania) y Lotario una estrecha franja central que iba desde el mar del Norte hasta el norte de Italia, incluyendo las dos cortes imperiales, Aquisgrán y Roma.
El título imperial continuaba en manos de Lotario pero siendo algo nominal y sin nigún tipo de autoridad sobre sus hermanos. Además en este tratado se establece que los territorios repartidos forman parte del antiguo Imperio Franco y los tres hermanos ostentarían el título de “rey de los francos”.
Lamentablemente esto significaba el desmembramiento del Imperio de Carlomagno, un imperio que apenas sobrevivió a su muerte. La ratificación de esta división tendrá lugar en tratados posteriores como fueron Mersen (870) y Ribemont (880).
Pero esta no fue la única consecuencia que tendría este tratado, sino que presenta otras más profundas e importantes en el devenir histórico. Entre ellas va a destacar la pérdida de poder real en favor de la nobleza. Los reyes cederán parte de su poder para ganarse el apoyo de los señores, algo que se convirtió en fundamental durante esos años de conflictos. El régimen feudo-vasallático propio de la Edad Media, donde el monarca sólo era “uno entre iguales” (primus interpares), tiene aquí su consagración.

domingo, 28 de abril de 2013

Los Visigodos e Hispania.

La época romana supuso la creación de la primera unidad territorial de la península Ibérica. Bajo el yugo romano, Hispania vivió varios siglos de prosperidad llegando a convertirse en una de las zonas más romanizadas del Imperio.

División del Imperio Romano (395 d.c.) y la penetración de pueblos bárbaros.
El progresivo debilitamiento del Estado Romano, ya patente en el siglo III de nuestra era, permitió la penetración de numerosos pueblos bárbaros en el territorio imperial. Desde el siglo V estas invasiones fueron cada vez más frecuentes, lo que propiciará, en poco tiempo, su caída.

Distribución de los pueblos bárbaros en Hispania (siglo V).
En cuanto a la Península Ibérica, los primeros pueblos en llegar serán, a partir del año 409, Suevos, que ocuparán el noroeste de la península, Alanos, que se asientan en la meseta, y Vándalos, al sur. En este contexto se producirá la llegada de otro pueblo invasor, los Visigodos.
Los visigodos constituían una de las ramas en las que se dividieron los Godos, pueblo germánico procedente del norte de Europa (posiblemente de la actual Suecia). Desde aquí fueron desplazándose paulatinamente hacia el sur hasta quedar establecidos en el siglo II d.c. en la región de la actual Ucrania. Es aquí donde se dividen en las dos ramas mencionadas:  los Ostrogodos (o godos de oriente) que permanecerán por el momento por estas regiones, y los Visigodos (o godos de occidente) que continuarán su marcha hacia el oeste. Ya en el año 270 d.c. se constata el asentamiento de los Visigodos  en la Dacia como federados del Imperio, por lo que debían apoyo militar a los romanos a cambio del asentamiento pacífico en estas regiones (estos pactos se conocen como foedus).
Posteriormente, y como consecuencia del empuje de los Hunos, pueblo de las estepas asiáticas, los Visigodos se ven obligados a penetrar en el Imperio, lo que les fue permitido en principio; pero los enormes abusos a los que fueron sometidos provocó su sublevación llegando al enfrentamiento directo con Roma, acontecimiento que tendrá su episodio más destacado en la batalla de Adrianápolis (378 d.c.). La victoria del ejército visigodo, tres veces inferior al romano, fue espectacular, lo que les permitió llegar a la misma Roma, aunque no pudieron tomarla. Se dirigen a Constantinopla, fracasando en su intento de conquista, por lo que quedan asentados en los Balcanes.

Entierro de Alarico, de Heinrich Leutemann (1895).
Con el emperador Teodosio establecen un nuevo pacto, aunque la muerte de éste y la división del Imperio que hizo entre sus hijos Honorio (hereda la parte occidental del Imperio) y Arcadio (emperador de oriente) provocó un vacío de poder que aprovecharán los visigodos de Alarico para iniciar campañas de devastación por el Imperio de Occidente. Alarico llega a sitiar Roma, hasta que finalmente consigue asaltarla y asolarla durante tres días (año 410). Alarico intenta asestar un golpe definitivo al Imperio trasladándose a África, pero fracasa, por lo que decide dirigirse al norte de Italia, donde muere. Es su sucesor Ataulfo quien decide continuar las campañas hacia la Galia donde se instalan en el año 411. En el año 416 firman la federación con Roma a cambio de expulsar a los pueblos bárbaros que se habían instalado en la península Ibérica. En el año 418 Roma les otorga definitivamente el foedus. Se asientan en el sur de la Galia y se crea el Reino de Tolosa.
Entre los años 416 y 476 logran acabar con Alanos y Vándalos ( estos últimos se trasladan al norte de África) en Hispania, mientras que los Suevos quedan confinados en el noroeste.
Con la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476, momento en que su último emperador Rómulo Augústulo es depuesto por Odoacro, rey de los Hérulos, el reino visigodo, que se extendía desde el Loira al Tajo, alcanzará su independencia, consolidando su poder tanto en la Galia como en Hispania.
Pero pronto los visigodos recibirán la presión de otro pueblo germánico, los Francos, quienes finalmente, y tras la batalla de Vovillé (507) logran expulsar a los visigodos de la Galia, quienes se trasladan a Hispania, situando su nueva capital en Toledo. Se cree que el número de visigodos que llegaron a la Península fue escaso, entre 150.000 y 250000, frente a una población hispanoromana de unos cuatro millones de habitantes (aunque esto depende de las fuentes consultadas, pues hay quien eleva la cifra hasta los seis millones), a los que controlaron sin grandes esfuerzos. El carácter belicista y guerrero de este pueblo, unido a la poca fuerza de la nobleza hispanoromana, explican el rápido control del territorio.
Ya instalados en Hispania, y desde su capital de Toledo, los visigodos van a llevar a cabo la unificación del territorio. Estos fueron muy impopulares desde un principio; el intento por imponer su lengua y costumbres contribuyó a ello. Esto explica su derrota frente a los bizantinos de Justiniano (518-565) quienes ocupan el sur de la península, desde Huelva a Cartagena.

La península Ibérica en torno al año 560.

Leovigildo (572-586) será quien acabe con los suevos, confinados en la zona de la actual Galicia (585), controla la Bética, reduce la presencia bizantina en el sur, además de lograr el control sobre determinados grupos indígenas del norte como vascones, cántabros y astures.
En la bética tuvo que hacer frente a la sublevación de su hijo Hermenegildo, quien con apoyo bizantino, se convierte al catolicismo (los visigodos profesaban el arrianismo) y se levanta en armas. El foco del levantamiento se centró en Sevilla, ciudad que fue sitiada y tomada por Leovigildo en el 584. Hermenegildo es apresado y exiliado en Tarragona, donde muere asesinado.
Desde el punto de vista jurídico Leovigildo promulgó el llamado "Codex Revisus", donde se promueve la igualdad legal entre visigodos e hispanoromanos, derogando la ley que prohibía los matrimonios mixtos.

La península Ibérica durante los reinados de Leovigildo y Recaredo.
El principal problema al que se enfrentó Leovigildo fue la confrontación religiosa entre visigodos, de credo arriano, y la población peninsular, de confesión católica. Sin embargo ese problema se resolverá con su hijo y sucesor Recaredo I (586-601), quien se convierte al catolicismo, no sin tensiones, pues tuvo que hacer frente a la sublevación del clero visigodo que contó con apoyo franco. La mala coordinación entre los rebeldes permitió su derrota.
Conversión de Recaredo, de Muñoz Degrain (1888).
Será finalmente en el Tercer Concilio de Toledo (589) donde se confirme la conversión al catolicismo, consiguiéndose de este modo la unidad religiosa del reino.
Con Suintila (621-631) se consigue la rendición de los vascones y la expulsión definitiva de los bizantinos del sur, quienes desde la época de Sisebuto (612-621) habían reducido su presencia al Algarbe, completándose la unidad territorial de la península.
Suintila intentó en vano adoptar el carácter hereditario en la monarquía, además de fortalecer el poder del monarca frente a la nobleza. Esto provocó una sublevación por la que fue depuesto. En el IV Concilio de Toledo fue excomulgado, confirmado el carácter electivo de la corona y elegido su sucesor, Sisenando (631-636). Este último tuvo que hacer frente a una importante sublevación por parte de los partidarios de Suintila, centrado en la Bética, pero que finalmente controla gracias al apoyo del reino franco.

Corona de Recesvinto.
Recesvinto (649-672) promulgó el "Liber Iudiciorum" (654), magna ley basada en el derecho romano que derrogaba todas las anteriores y que ponía fin a las desigualdades jurídicas entre godos e hispanos.
En el plano político no pudo evitar el progresivo debilitamiento de la monarquía visigoda, cuyo carácter electivo fue un factor de constante inestabilidad.
Wamba (672-680) intentó acabar con todas estas distensiones políticas, lo que desembocó en una nueva revuelta nobiliaria y su caída en el 680.
Le seguirán treinta años de enorme inestabilidad en el reino que culminará con la llegada al trono de Rodrigo (710-711) muy cuestionado por determinados sectores de la nobleza y los herederos de su  predecesor Witiza. Se inició una nueva lucha por el poder, donde los witizanos, que apoyaban la subida al trono de Agila II, hijo de Witiza, reclaman la ayuda de los musulmanes del norte de África. Estos, al mando de Tarik, desembarcan en Gibraltar venciendo a los ejércitos de Don Rodrigo en la batalla del Guadalete (711). Los conflictos internos de la monarquía visigoda y la indiferencia mostrada por la población, explican la caída del reino visigodo y la rápida expansión musulmana por la península. Una nueva etapa en la Historia de España daba comienzo. Nace de esta forma Al-Andalus, abriendo un periodo de más de siete siglos de presencia musulmana.