Las causas
que explican el estallido de este enfrentamiento son diversas. Entre ellas
destaca la cuestión religiosa, tratándose de la última gran guerra de religión
que enfrentó a católicos del sur con los protestantes del norte.
Sin
embargo en ella también hubo motivaciones políticas, pues se va a dirimir la hegemonía
europea entre las dos potencias del momento, la Francia de Luis XIV y la España
de Felipe IV y de Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, más conocido como el
Conde-Duque de Olivares.
Los
problemas internos existentes en la Casa de Austria (Habsburgo) también se pondrán
de relieve en el conflicto. La lucha por el poder imperial entre los hermanos
Rodolfo II y Matías, se convertirá en otro de los detonantes del
enfrentamiento.
Lo que sí
es cierto es que el conflicto, aparte de estas cuestiones previas, tiene su
inicio en un momento puntual como fue la denominada "Defenestración de
Praga".
En 1617,
el Tratado de Praga, reconocía a Felipe IV de España derechos sobre la Alsacia
a cambio de su renuncia sobre Bohemia. Esta renuncia fue en favor del
Archiduque Fernando, de credo católico, quien es nombrado rey en Bohemia, lo
que provoca un enorme revuelo dando lugar a numerosos disturbios de carácter
religioso.Estas revueltas desembocan en la ya mencionada Defenestración de Praga en la que los consejeros católicos imperiales son arrojados por una ventana del castillo de Hradlany, aunque estos no llegaron a sufrir daños graves al caer sobre un montón de estiércol.
Se produce
entonces el levantamiento de la nobleza protestante checa encabezada por el Conde de Thurn y el apoyo militar del Conde de Mansfeld.
Pronto van
a definirse los dos bloques en el conflicto; por un lado España y la Liga
Imperial Católica, apoyada económicamente por el Papado, y enfrente los príncipes protestantes alemanes a quienes se unen Dinamarca, Suecia y en último momento Francia.
Imperial Católica, apoyada económicamente por el Papado, y enfrente los príncipes protestantes alemanes a quienes se unen Dinamarca, Suecia y en último momento Francia.
La guerra se va a desarrollar en cuatro fases:
Periodo
bohemio-palatino (1618-1625).
El ejército
bohemio de Thurn iniciará su avance hacia Viena contando con el apoyo de
Austria, Silesia, Moravia, Hungría y Transilvania.
Mientras,
Fernando II es elegido emperador (1619), no siendo reconocido por Bohemia,
que proclama a Federico V del Palatinado.
Ambos ejércitos
tendrán un primer enfrentamiento en la batalla de la Montaña Blanca (1620),
donde los protestantes son vencidos y disueltos por el ejército de la Liga
comandado por el Conde de Tilly. Además, España invade el Palatinado con el Cardenal Spinola al frente.
El conde
de Tilly y las fuerzas hispano-imperiales continuarán con su avance, venciendo
en Heidelberg, Wimpfen y en Stadtlohn, ocupando Westfalia y la baja Sajonia.
Derrotados
los bohemios se llevan a cabo duras represiones que incluyeron ejecuciones,
expropiaciones a nobles sublevados y conversiones forzosas al catolicismo.
Bohemia quedaba bajo el control de los Habsburgo.
Periodo Danés
(1625-1629).
La
Dinamarca de Cristian IV (1577-1648), contando con el apoyo de Gran Bretaña,
Holanda y Francia, se decide a intervenir en el conflicto.
En 1626
las tropas imperiales dirigidas por Wallenstein derrotan a Mansfeld en el
puente de Dessau, mientras que Tilly vence en Lutter a los daneses, obligándolos
a replegarse hacia Jutlandia.
Tras esta estrepitosa
derrota, Cristian IV se ve obligado a firmar la Paz de Lübeck (1629), renunciando a
nuevas intervenciones militares a cambio de conservar todas sus posesiones.
Periodo
Sueco (1630-1635).
Después de
alcanzar la paz con Polonia, Gustavo Adolfo II de Suecia, decide la intervención
en la guerra en favor de la causa protestante, buscando además mejorar su posición
geoestratégica en el norte báltico.
En 1630
Gustavo Adolfo desembarca con su ejército en Usedom y en 1631 infringe una dura
derrota a los ejércitos católicos de Tilly en la batalla de Breitenfels, libera
el Palatinado y se establece en Maguncia.
En 1632
nuevas victorias suecas en Rain, donde muere Tilly, y en Lützer, donde tiene lugar el fallecimiento del monarca sueco, lo que provocará un giro en el
conflicto.
En 1634
los suecos son derrotados en Nördlingen perdiendo el control sobre
Alemania meridional.
Ante la
delicada situación de sus tropas, los protestantes firman con Fernando II la Paz de Praga, recogiéndose en la misma una tregua de cuarenta años.
Periodo francés
(1635-1648).
Ante el
cariz que estaba tomando el conflicto, Richelieu, Primer Ministro de Luis XIII
de Francia, se decanta por la participación en la guerra. España, con el apoyo católico
alemán, se vislumbraba como vencedora, lo que supondría el mantenimiento y
reforzamiento de su hegemonía en el continente. Esto era algo que los franceses
estaban decididos a evitar a toda costa.
En 1638
Francia y Suecia sellan un pacto de apoyo mutuo y se reanudan las hostilidades.
Los suecos
consiguieron una victoria en Wittstock (1636), aunque las siguientes campañas no
fueron favorables. De hecho, el avance francés es detenido en Tuttlingen (1643)
por el general bávaro Mercy.
Pero España,
sumida en una profunda crisis tras los levantamientos independentistas de Cataluña
y Portugal (1640), se verá incapaz de continuar la guerra de forma victoriosa.
La derrota de los tercios españoles en Rocroi (1643), la primera en muchas décadas
de dominio hispano en los campos de batalla, será el golpe mortal.
En 1645 la
coalición franco-sueca consigue nuevas victorias en Alerheim y Jankau, que
junto a la derrota de Baviera, suponen el fin de un conflicto que será sellado en
la Paz de Westfalia (1648).
Esta paz tuvo importantes consecuencias. Desde el punto de vista religioso supuso la confirmación de la Paz de Augsburgo (1555) donde se declaraba la libertad religiosa. El protestantismo se consolida y el Papado entra en decadencia perdiendo toda influencia en el continente.
Francia se
erige como nueva potencia hegemónica en Europa, a costa de España, la cual
queda sumida en una importante crisis política, económica e institucional. Los
levantamientos de Portugal, que conseguirá su independencia, y de Cataluña,
recuperada en 1652, serán un enorme lastre a sumar. Además España se verá
obligada a reconocer la independencia de Holanda.
Francia,
la gran vencedora, obtiene numerosos territorios, destacando Alsacia y Lorena.
Suecia,
confirmada como potencia en el norte, obtiene dominios en el norte de Alemania
(Pomerania Occidental y Bremen) además del derecho de asistencia y voto en la
dieta imperial.
El Imperio
se va a fraccionar en una confederación de estados independientes. Los príncipes
logran imponerse al Emperador, alcanzando una soberanía plena.
Fue una
guerra muy destructiva y Alemania, principal escenario, perdió más de la mitad
de su población, incluso en muchas ciudades estas pérdidas llegaron al 80%.
Por otro
lado, Austria y Suiza se separan del Imperio.
España y
Francia continuarán en conflicto once años más, hasta que finalmente se selle
la Paz de los Pirineos (1659), donde España deberá ceder a los galos el Rosellón
y la Cerdeña.
3 comentarios:
Hola amigo, me permite enviarte comentario, pero me parece interesante tu blog,
soy Bersen de Guatemala, mi correo es zepeda.bersen@upana.edu.gt
Saludos,
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Saludos,
Hola Bersen. Me alegro que te guste el blog. Pronto, en la medida en que mi actividad laboral me lo permita, seguiré subiendo artículos. Saludos desde España.
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