Un espacio personal de reflexión sobre la Historia y otras curiosidades.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Felón para unos, deseado para otros...



Retrato de Fernando VII, por Francisco de Goya.
El tratado de ValenÇay de 1813 supuso el fin de la Guerra de Independencia en España y el reconocimiento por parte de Napoleón Bonaparte de Fernando VII como su legítimo rey. Los liberales españoles, atentos a los movimientos del "Deseado", pretendían que éste regresara lo antes posible a Madrid y ratificara todo lo acordado en Cádiz. Pero el núcleo tradicional sabía que ahora era el momento de acabar con toda aquella labor legislativa. Por esto, aconsejaron al rey llegar a Valencia donde le hicieron entrega de un documento, el llamado "Manifiesto de los Persas", donde le piden que anule todo el proceso de Cádiz y vuelva al Antiguo Régimen.
El rey, quien se ve respaldado por el ejército y las clases populares, deseosas de su regreso, publica el Real Decreto de 4 de mayo de 1814, documento donde anula la Constitución que había prometido respetar.
Supondrá esto una marcha atrás, una vuelta al Antiguo Régimen que tendrá como consecuencia directa una dura represión contra los elementos liberales y la restauración de instituciones abolidas anteriormente como fueron los gremios, el régimen señorial o la Inquisición. La situación internacional derivada de la Europa de la Restauración surgida tras el Congreso de Viena de 1815 favoreció el giro político.
La situación del país era caótica en muchos sentidos: la guerra, tremendamente destructiva, había provocado más de 300000 muertes, había arruinado gran parte de la tierra de cultivo y había hecho desaparecer la incipiente industria española. Pero la reticencia de los grupos privilegiados, nobleza y clero, al emprendimiento de reformas que salvasen la Hacienda Real, pues ello supondría su obligación a pagar impuestos, sume al país en el más profundo de los abismos.
Se comienza a generar de esta forma una oposición de descontentos, sobre todo de liberales, que desean la vuelta a un régimen constitucional. Además, dentro del ejército, donde se habían integrado los cabecillas que consiguieron la expulsión de los franceses, nace una corriente partidaria de reformas. Los campesinos, perjudicados por la vuelta del sistema señorial, se sumarán también.

Rafael del Riego (1784-1823).
Se van a suceder una serie de conspiraciones que no llegan a triunfar debido al escaso apoyo popular, como los de Espoz y Mina en Navarra o Lacy en Barcelona. Finalmente, y en consonancia con el ciclo revolucionario europeo de 1820, el pronunciamiento del coronel Riego en las Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820 consigue su propósito. Aprovechando la concentración de tropas en Sevilla, tropas que iban a ser destinadas a sofocar el movimiento independentista en América, se alza contra el gobierno obligando al rey a aceptar la Constitución. Se inicia pues un periodo de tres años (Trienio Liberal, 1820-1823) donde la labor de las Cortes de Cádiz es rescatada.
La primera decisión del nuevo gobierno fue la declaración de una amnistía política y la celebración de elecciones a Cortes, donde la mayoría liberal derrocará de nuevo todas esas instituciones añejas que impedían el desarrollo de la nación (gremios, mayorazgos, señoríos etc.). Se crea también la denominada Milicia Nacional, cuerpo de voluntarios armados que tendrán como principal función velar por el cumplimiento de la constitución y las leyes emanadas de la misma.
La actitud del monarca, lejos de ser pasiva, será de la de boicotear continuamente las reformas poniendo continuas trabas a la labor del gobierno liberal. Su derecho a veto, reconocido por la Carta Magna, así se lo permitía.
A pesar de todo esto, el descontento del campesinado con el nuevo régimen iba en aumento, y es que la abolición de los señoríos había sido algo nominal; seguían sin tener acceso a las tierras pues los propietarios continuaban siendo los mismos, nobleza y clero, y ellos simples arrendatarios que si no pagaban eran expulsados. Nobleza y clero, también descontentos, conspirarán contra el gobierno.
Este estado de incertidumbre hará finalmente que el rey se decida a pedir auxilio a la Santa Alianza. En 1823, un ejército francés dirigido por el Duque de Angulema, "los Cien Mil Hijos de San Luís", penetran en la península, y sin apenas oposición, toman el país en nombre de Fernando VII y el absolutismo. El coronel Riego es detenido y acusado de alta traición. Muere ahorcado en Madrid. Una nueva etapa de represión se abre en la Historia de España, la llamada Década Ominosa (1823-1833).

Movimientos militares del ejército francés del Duque de Angulema.

De nuevo se repiten persecuciones y exilios que ponen de manifiesto la intransigencia de un monarca que ha pasado a la Historia por ser el más nefasto de entre todos, felón para unos, deseado para otros...
La situación de España era lamentable, sobre todo en el aspecto económico, donde la pérdida de las colonias americanas acentuaba la crisis. El monarca, en la línea del Despotismo Ilustrado, intenta cierta reformas que los grupos tradicionales echan por tierra.
Entre tanto, el rey continuaba sin descendencia, lo que provocó la creación de ciertos círculos que veían en Carlos María Isidro, hermano menor del monarca, la figura idónea para la sucesión. Pero la situación iba a complicarse, pues en 1830, fruto del cuarto matrimonio de rey, nace Isabel quien se postulaba como futura reina.
Se origina de esta manera una cuestión sucesoria, pues los tradicionalistas apoyaban a Carlos María, y la existencia de la Ley Sálica en España desde la llegada del primer Borbón, suponían un duro escollo.
Fernando, aconsejado por su mujer, María Cristina, publicará en 1832 la Pragmática Sanción, decreto que abolía la Ley Sálica abriendo las puertas de la corona a su hija Isabel.
Se configuran de este modo dos grupos, los tradicionalistas que apoyan a Carlos María Isidro, y los isabelinos, encabezados por la reina regente que sabrá atraerse el apoyo de los liberales.
En 1833 se produce la muerte del monarca tras una larga enfermedad dejando como heredera al trono a su hija Isabel; el conflicto estaba servido. Los absolutistas no lo aceptarán; Carlos María se autoproclama rey comenzando el levantamiento carlista. La guerra, una nueva guerra civil, había comenzado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial, me aclaró algunos aspectos importantes. Gracias