Un espacio personal de reflexión sobre la Historia y otras curiosidades.

viernes, 21 de octubre de 2011

La variedad del roquedo peninsular.

La naturaleza y las propiedades de las rocas determinan las formas resultantes del relieve. Como consecuencia de su historia geológica, los tipos de rocas que conforman el sustrato del relieve peninsular es muy variado, dando lugar a una diversidad de paisajes.
Siguiendo la división clásica, la Península Ibérica presenta tres grandes conjuntos litológicos: la Iberia Silícea, la Iberia Calcárea y la Iberia Arcillosa.

El roquedo de la Península Ibérica.


La Iberia Silícea.
Predominan las rocas en cuya composición está presente el sílice o cuarzo (granito, cuarzita, pizarra).
Se encuentran principalmente en los terrenos más antiguos de la península, pertenecientes a la Era Primaria o Paleozoica. Su antigüedad explica lo desgastado de estos materiales debido a la erosión.

La Pedriza, en la sierra de Guadarrama (Madrid).
Ocupan todo el occidente peninsular, desde Galicia a Sierra Morena, con ramificaciones en el Sistema Central y Montes de Toledo. También se encuentran en el interior de los Pirineos y en menor medida en el Sistema Ibérico, las Cordilleras Costero Catalanas y la Cordillera Penibética.
Los paisajes más característicos son los llamados berrocales. Se trata de amontonamientos de bloques redondeados, en equilibrio unos con otros, fruto de la descomposición de la roca a través de las líneas de diaclasas (grieta en la roca que no implica deslizamiento de bloques).



La Iberia Calcárea. 
En estos paisajes el predominio pertenece a las rocas calcáreas (calizas, margas, travertino).
Son principalmente formaciones sedimentarias de la Era Secundaria o Mesozoico que sufrieron tras los movimientos alpinos del Terciario, por lo que están plegados.

Ciudad Encantada (Cuenca).
Su distribución presenta una forma de "Z" invertida que arranca de la costa de Gerona y comprende el sector externo de los Pirineos, las montañas vascas y el sector centro y oriental de la Cordillera Cantábrica. Sigue por buena parte del Sistema Ibérico y continúa por las cordilleras Béticas hasta Gibraltar.
El paisaje más característico es el que se origina por la disolución de las calizas en el llamado modelado cárstico. Importantes ejemplos serían el Torcal de Antequera (Málaga) o la Ciudad Encantada de Cuenca.


La Iberia Arcillosa.
Se trata de materiales sedimentarios depositados sobre los macizos antiguos y en el fondo de cuencas y depresiones no afectadas por movimientos orogénicos.
Se trata de arcillas, margas y también yesos y calizas de formación reciente, los cuales tienen su origen entre finales del Terciario y principios del Cuaternario.
Se extiende por las depresiones del Ebro, del Guadalquivir, del bajo Tajo y en las cuencas sedimentarias de la Submeseta norte y sur.

Tierra de Campos, Valladolid.
El paisaje característico es la llanura. Se trata de materiales blandos no afectados por plegamientos que dan lugar a llanuras suavemente onduladas (campiñas). Un ejemplo propio lo encontramos en la Tierra de Campos (Palencia y Valladolid). A veces la erosión de los ríos deja emergidos los materiales mas resistentes, son los páramos o mesas. Un ejemplo lo tenemos en las parameras del Duero, ejemplos de relieve tabular.
Cuando la erosión continúa, el páramo puede quedar reducido a un cerro testigo, como el cerro de San Cristobal (Valladolid) o el Cristo del Otero (Palencia).




No hay comentarios: