Felipe II (1527-1598). |
Podemos afirmar que las relaciones entre ambos países, al menos hasta 1568, se mantuvieron en parámetros pacíficos, pues ambos centraban sus miras en la cada vez más poderosa Francia, en estos momentos gobernada por Enrique II. Durante el reinado del emperador Carlos los conflictos entre España e Inglaterra fueron escasos, siendo el acertado juego diplomático del monarca español lo que permitiera el matrimonio entre su hijo Felipe y María Tudor, hija de Enrique VIII. Ésta reinará Inglaterra entre 1554 y 1558, momento éste de su muerte sin herederos, lo que provocó el ascenso al trono de su hermanastra Isabel I.
Pero como hemos indicado anteriormente y centrándonos en el tema que nos ocupa, es a partir de 1568 cuando estas relaciones, digamos "amistosas", se tornan, y es que la actividad corsaria inglesa se va a intensificar.
Francis Drake (1540-1596). |
Pero ahí no quedarán las correrías del corsario inglés; en 1585, al mando de 25 naves y más de 2000 hombres, saquea Vigo, luego se dirige a América, donde hace lo propio en Santo Domingo, toma y arrasa Cartagena de Indias y San Agustín de Florida. Estos acontecimientos van a precipitar los acontecimientos. Felipe II sopesa la situación; el creciente acoso marítimo inglés junto al apoyo sajón a los rebeldes de los Países Bajos son motivos más que suficientes para el inicio de las hostilidades. Para mas inri, Isabel I perpetúa el anglicanismo en Inglaterra. Felipe II lo tuvo claro, comienza de esta forma la guerra anglo-española.
La decisión ya estaba tomada en 1586. Una gran armada partiría hacia Inglaterra y depondría a su reina. El proyecto inicial fue ideado por Álvaro de Bazán, gran marino al servicio de la corona, quien prefería el ataque directo partiendo desde la penímsula. Sin embargo esta idea fue modificada tras su encuentro con Alejandro Farnesio. Este último prefería una primera parada en los Países Bajos, donde un nutrido ejército sería embarcado. De esta manera se evitaría el tránsito por el Atlántico, mucho más peligroso que atravesar el Canal de la Mancha. Mientras los españoles preparaban la operación, Drake lanza de nuevo sus zarpas contra España; en 1587 ataca Cádiz.
El plan comenzó mal desde el principio. Álvaro Bazán muere a principios de 1588 y su sustituto, un incrédulo duque de Medina Sidonia, sin experiencia en el mar, se hace cargo de la operación.
La flota, compuesta por 130 naves, 8000 marinos y 19000 soldados parte de Lisboa el 20 de mayo de 1588. El mal tiempo sorprende a la flota, que se ve obligada a fondear en La Coruña durante más de un mes. El 22 de julio parten hacia los Países Bajos, llegando a Calais el 6 de agosto, sucediéndose en el trayecto varias reyertas con los ingleses que no provocan daños serios. Nuevos ataques ingleses tienen lugar en este indefenso puerto, provocando varios hundimientos en la escuadra española. Una vez reorganizada la flota los españoles salen a la captura de las naves inglesas, que aprovechando su superioridad de maniobra, eran barcos más ligeros, logran escapar, además de provocar, dada su eficaz artillería, importantes bajas. La llamada batalla de las Gravelinas se decanta del lado inglés.
Tras este primer envite, las condiciones meteorológicas harán que la flota española no pueda volver al Canal de la Mancha, por lo que no tendrán otra opción que bordear las islas. Y será esto, junto a los ataques de los barcos ingleses y holandeses, lo que consume el desastre. Muchos navíos se vieron obligados a desembarcar en Escocia e Irlanda, donde las tripulaciones fueron masacradas. Otros corrieron mejor suerte escapando hacia Noruega. El resto de la flota, unos 66 barcos, irán llegando a los puertos del norte de la península. La mitad de la flota se había perdido y el intento de invasión de Inglaterra desvanecido. Rotundo fracaso que el rey Prudente sentenció en una frase: "yo no mandé a mis naves a luchar contra los elementos".
"Defensa de Cádiz contra los Ingleses", Zurbarán (1634). |
En 1604 ambos países firman la paz. Será éste un importante punto de inflexión, pues a partir de este momento Inglaterra verá en el mar una oportunidad de crecimiento que se consumará a partir de mediados del siglo XVII, y España por su parte, perdió la oportunidad de asestar un golpe definitivo a una de sus grandes rivales.
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