Las famosas huellas de Laetoli, que fueron hechas por un ancestro
humano hace 3,6 millones de años en Tanzania, en el Valle del Rift, y
son la primera prueba fósil del bipedismo de nuestros antepasados,
están sufriendo un grave proceso de deterioro, pese a los intentos por su conservación que se realizaron hace 15 años.
El rastro de 70 huellas, que
se cree que corresponden a un 'Australopithecus afarensis', fue encontrado en 1976 por el equipo de Mary Leakey. Las
impresiones de los pies de tres individuos que caminaban erguidos
habían quedado grabadas sobre cenizas volcánicas y una fina lluvia
posterior las cubrió, conservándolas durante millones de años.
Tras su estudio, las huellas quedaron cubiertas de forma provisional,
pero en 1995 se destaparon y se comprobó que estaban en mal estado: se
habían comenzado a resquebrajar por las raíces de las acacias y otros
arbustos de la región, situada a 45 kilómetros al sur de la Garganta de
Olduvai.
Intentos infructuosos por conservarlas.
El Instituto de Conservación Getty, de Estados Unidos, realizó
entonces una consolidación de la zona, con nuevos materiales y productos
químicos que, según aseguraron, garantizaba su conservación para la
posteridad, al menos durante 50 años. Pero no ha sido así.
Un equipo de arqueólogos, entre los que se encuentra el español
Manuel Domínguez-Rodrigo, del Instituto de Evolución Humana en África
(IDEA), ha descubierto de nuevo parte de las huellas esta semana y ha
comprobado que el rastro está muy deteriorado.
"Las raíces han penetrado por la capa química protectora que se puso y las han agrietado. Además, ha entrado humedad e incluso hay termitas", señala a ELMUNDO.es Domínguez-Rodrigo, recién llegado del país africano.
"Si esperamos unos años más para descubrirlas, no hubiéramos visto nada", asegura el investigador español.
La iniciativa de sacarlas a la luz 15 años después de el primer
intento de protección, surgió del presidente tanzano Jakaya Kikwete, que
hace unas semanas mostró su deseo de conocer estas huellas únicas.
Charles Musiba, director del proyecto Laetoli, decidió abrir un pequeño
trozo de 3,5 metros, de los 27 metros totales, para cumplir el deseo del
mandatario.
Se expondrán en un museo.
Tras comprobar que el trabajo de la Getty no ha dado resultado, Kikwete ha decidido que
lo mejor es excavarlas totalmente y exponerlas, pero protegidas
por el entorno de un museo en el que se controlen sus condiciones de
humedad y temperatura, así como la invasión de la flora o la fauna de
los alrededores. Se estima que estos trabajos de excavación durarán al
menos dos años, dada la fragilidad del terreno volcánico en el que se
encuentran.
El dinero para el futuro museo saldrá de las tasas que paguen los
visitantes, y de la construcción de nuevos alojamientos turísticos.
"La idea es que se protejan mejor y, a la vez, puedan servir para
atraer turistas, habida cuenta la saturación de visitantes que hay en
los parques de Serengueti y Ngorongoro. Sería una forma de potenciar el
capital paleontológico que tiene la región", apunta Domínguez-Rodrigo,
que dirige un proyecto en la cercana Garganta de Olduvai y que
participará de este trabajo a petición de Musiba.
Origen del bipedismo.
Las huellas de Laetoli
supusieron en su día un gran hallazgo para los estudiosos de la evolución humana,
al retrasar hasta hace 3,6 millones de años el bipedismo, una
característica de nuestra especie. Esta misma semana, acaba de probarse
definitivamente con la aparición de un pie de 'A. Afarensis' en Hadar
(Etiopía) que estos homínidos caminaban erguidos.
De su estudio se dedujo que aquellos lejanos ancestros, a los que pertenece el esqueleto bautizado como
'Lucy',
tenían el dedo gordo de los pies y el arco como los humanos modernos.
Se averiguó, también, que las huellas pertenecieron a dos individuos
adultos y uno más pequeño, que caminaban dando un paseo, tranquilos.
Algunos creen que iban de la mano, y pudiera tratarse de un grupo
familiar.
Desde su hallazgo, hace 35 años, muy pocas personas han podido ver el original del rastro, algo que puede cambiar en el futuro.